dimecres, 21 d’agost del 2024

Campeche, encantadora y bella

Sin haberlo previsto, el viaje va dibujando una línea ascendente de nivel tanto en las ciudades que visitamos con en las ruinas. A cada paso que damos el siguiente es aún mejor. Así, la zona arqueológica que más me ha gustado es Uxmal y mi ciudad favorita del viaje será la última. Campeche.  

Aunque los españoles llegaron a Campeche en 1517 no pudieron fundar la ciudad hasta 1540 por la dura resistencia de los mayas. En poco tiempo se convirtió en el primer puerto y eje comercial del Golfo de México. Por eso, sufrió terribles y constantes ataques de piratas franceses, holandeses e ingleses para saquear la ciudad. Finalmente se construyó una muralla que se conserva aún en gran parte, junto con sus puertas, torreones y bastiones.


Campeche es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde finales de los años 90. Eso la obliga a mantener un aspecto y una apariencia para conservar el título. Por eso, es una ciudad cuidada, limpia, preciosa con sus fachadas de colores y sus calles peatonales. No hay venta ambulante, están limitadas las terrazas y los bares en el centro porque hay que garantizar que las personas vivan en la ciudad y no haya gentrificación. Nos alojamos en un precioso hotel que era una casa colonial con su patio interior, sus mecedoras, sus plantas. Y además está supercéntrico, lo que nos salva casi de morir ahogados cuando cae un diluvio una noche.

Al contrario que en Mérida, no nos atienden demasiado bien en la oficina de turismo. En la primera apenas nos dan explicaciones. En la segunda, el informador nos da cantidad de tarjetas de restaurantes donde apunta su nombre para que digamos que vamos de su parte, también le preguntamos por excursiones organizadas o autobuses de línea para ir a ver las ruinas cercanas, y se ofrece para llevarnos él mismo en su coche por un “módico precio. Eso sí, esta vez hacemos un free tour fantástico con un guía simpático, abierto, generoso.

En Campeche tienen también una interesante oferta cultural, así que visitamos el museo sobre la piratería (gratis en una de las torres de la muralla), el de la arquitectura maya con una máscara funeraria de jade maya impresionante (en otro espacio de la muralla), y tomamos un taxi para acercarnos al castillo (otro fuerte) para visitar el museo de la cultura maya que sirve de colofón y complemento a todo lo que hemos aprendido estos días. Podemos profundizar en la sociedad, los negocios, la cultura, la arquitectura, la lengua, los ritos funerarios, los sacrificios, las modificaciones que se hacían en el cuerpo para tener los cráneos alargados, incrustaciones en la piel y hay cosas sorprendentes como que las personas mayores y los enanos eran seres venerados. Como el castillo está un poco apartado, no encontramos fácilmente otro taxi para volver, los colectivos van a tope de gente y nunca vimos pasar un autobús. Caminamos bajo el sol (yo con el paraguas abierto) de regreso a Campeche hasta que nos recoge un taxi.


En la ciudad también hay iglesias interesantes como la de la eterna plegaria, la de los jesuitas convertida en museo con dibujos de Picasso y la del Cristo Negro a la afueras de la ciudad que es un sitio de peregrinaje importante. Además se pueden visitar casas-museo señoriales y otros recintos coloniales, totalmente gratis. Tiene también un pequeño pero animado mercado.

También es muy bonito el paseo por el malecón, que tiene 8km de largo, uno de los más extensos del mundo. Además me encanta porque hay cuatro carriles: para coches, para bicis, para runners y para personas que caminan. Caminando por el malecón nos encontramos con una manifestación en contra de la construcción del tren maya y mucha mucha policía.

Por la noche hay un festival de cultura de Oaxaca donde cada noche hay comida callejera y música. Nos sentamos a comer los mejores tacos que hemos probado en el viaje, de chorizo, y nos atrevemos ya con la horchata y la bebida Jamaica, que ya estamos al final del viaje y nos sentimos más osados. Escuchamos música, cantamos y  casi me pongo a bailar. Otra noche repetimos en el mismo sitio para cenar puesto que está muy cerca del espectáculo de fuentes de colores que hacen cada día al anochecer. Pero a mitad del espectáculo empieza una tormenta terrible que casi no nos da tiempo a llegar al hotel!

Ah! Una curiosidad, de Campeche procede la palabra Campechano.

En el trayecto en autocar de Mérida a Campeche me dejé las gafas en el autobús. Fui a la estación de autobuses y no las encontraron. Mandé un correo electrónico a la compañía de autobuses y al cabo de dos días me respondieron que las habían encontrado. Así que el último día las recuperé!

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