diumenge, 20 de maig del 2018

Dia 3 en Canadá Whistler - Clearwater


Sin duda, el día más largo y duro de viaje. Unos 450 km que se convirtieron en una jornada entera de coche debido a que se trataba de carreteras de montañas. La caravana se esforzaba mientras iba engullendo gasolina en subir y bajar montañas, carreteras estrechas llenas de curvas pasando por un paisaje solitario y desolado. Además, nos vimos envueltos en uno de los terribles incendios que azotaban Canadá ese verano. Tuvimos que esperar casi una hora hasta que despejaron la carretera y cruzar a toda velocidad siguiendo los coches de los guardas forestales. Veíamos llamas a los lejos y el humo dificultaba la visibilidad y lo llenaba todo de olor a quemado y niebla. Fue un día denso, triste y pesado. El último tramo hasta Clearwater ya de noche tuvimos lluvia torrencial. El tráfico era denso de camiones que nos adelantaban a toda velocidad. En medio de la lluvia y la noche se nos cruzó un ciervo, que generó cierto momento de pánico. Pasamos la noche en un camping con una imagen idílica frente al lago que da nombre a la ciudad de Clearwater.




diumenge, 13 de maig del 2018

Día 2: Standley Park y Whistler

El segundo día en Vancouver lo dedicamos a visitar el Stanley Park, el parque urbano más grande de Canadá y uno de los más grandes de Norteamerica. Está constituido por un bosque de coníferas con cerca de medio millón de árboles y tiene más de 200 km de caminos y senderos, y dos lagos. El parque empezaba muy cerca del apartamento y al lado de la playa. Sinceramente, uno de las cosas de Vancouver que más envidia me genera. 
Justo coincidimos con una cursa y hay decenas de personas corriendo al borde del mar y otros practicando otros deportes como boxeo o yoga.




Conociendo al monstruo: la autocaravana

 
Al mediodía vamos en tren hasta las oficinas de la autocaravana donde nos hacen esperar una eternidad hasta que nos dan la nuestra que nos resulta enorme y grandiosa, imposible de manejar. La chica de la oficina nos da millones  de instrucciones en inglés y francés sobre cómo funciona, tantos datos que nos es difícil retener. Casi salimos de allí temblando. El viaje por autovías aún resulta fácil pero cuando entramos en Vancouver todo se complica. Hay que mantener una distancia de seguridad enorme porque la caravana tarda mucho en frenar y en ciudad es muy difícil mantener esta distancia. Además tenemos muy poca visibilidad y no controlamos aún los laterales. Al recoger las maletas casi golpeamos a una adolescente que estaba muy adelantada en un semáforo.

Todo se mueve demasiado. Dentro de la caravana cada bache nos hace saltar y suenan platos y vasos como si fuera a hacerse todo añicos. El paseo panorámico por la carretera Sea-to-Sky que nos lleva de Vancouver a Whistler casi nos pasa inadvertido pendiente de la caravana.

Paramos en un supermercado para comprar comida donde nos sorprenden los envases gigantes de comida y nos planteamos dormir allí. Seguimos hasta Whistler pero no sabemos cómo funciona pasar la noche en la caravana, así que aparcamos en un párking donde hay más caravanas y pasamos allí la noche. Después descubrimos que los chicos habían visto un cartel donde decía que estaba prohibido pasar la noche aparcados en el párquing.