dimecres, 24 de setembre del 2025

Las deliciosas ciudades de Emilia Romagna: Bolonia, Ferrara, Módena y Rávena

Dejamos la Toscana y salimos de Siena de buena mañana para dirigirnos a una nueva región, Emilia Romagna. En un principio, cuando preparamos el viaje, nuestra intención era atravesar sólo esta zona camino de Venecia, pero cómo pasar cerca de lugares tan relevantes sin detenerte. Al final, se acabó convirtiendo en una etapa destacada del viaje.

Tomamos Bolonia como punto neurálgico para movernos por la región, igual que hicimos con Siena en la Toscana. En este caso, decidimos que vamos a desplazarnos principalmente con tren, así que priorizamos estar cerca de la estación central de Bolonia. Los cámpings de los alrededores no están demasiado bien comunicados, así que optamos por un hotel a las afueras de Bolonia pero que tuviera párquing. Estaba cerca de la autopista, al lado del hospital y en un barrio de gente trabajadora, alejado del turismo y de la zona de estudiantes. Alejado del centro, también. Y es que al final, no calculamos demasiado bien y el objetivo de estar cerca de la estación en la práctica se concretó en un camino andando de 40 minutos. Teniendo en cuenta que el centro de las ciudades que visitamos también estaban a una cierta distancia andando de la estación de tren, puedo asegura que esos días en Emilia Romagna andamos muchos quilómetros.

Emilia Romagna no es tan turística como otras zonas y cuidades de su alrededor. A 2 horas de ciudades como Milán, Florencia, Venecia. Tampoco está tan masificada. Y sin embargo, tiene una riqueza cultura y artística, un patrimonio histórico que es una maravilla, un auténtico viaje en el tiempo que te hace pasear con la boca abierta.

Bolonia, universitaria, roja y gula


Regresé a Bolonia apenas unos meses después de mi anterior visita, donde ya me encantó la ciudad. En aquel caso era noviembre y hacía un frío atroz. Ahora en verano el calor también es insoportable. Posiblemente, la ciudad donde más calor hemos pasado de todo el viaje.

A Bolonia la llaman la docta, porque acoge una de las universidades más antiguas del mundo donde estudiaron ilustres pensadores, científicos, escritores. La antigua sede de la Universidad se puede visitar. Se trata del Palacio del Archiginnasio del siglo XVI donde puedes recoger de forma gratuita los pasillos del claustros profusamente decorados con escudos. Hoy en día sigue siendo una de las ciudades universitarias más grandes del mundo.

Bolonia también es la grossa, porque es la cuna de una riquísima gastronomía. Se puede degustar por ejemplo en el Cuadrilátero, unas  zona de callejuelas llenas de bares. Me sorprendió la primera vez la gente tomando un aperitivo con su Aperol y una tapa de mortadela.

Bolonia también es la rossa por el color rojizo de sus calles medievales porticadas, pero también porque es la ciudad más de izquierdas de Italia. En las parades de la Piazza Maggiore podemos ver las fotos, nombres de los partisanos muertos en el movimiento de resistencia contra los nazis en la II Guerra Mundial, también banderas palestinas en el Ayuntamiento que está en el Palazzo Comunal. En realidad, la Piazza Maggiore es el corazón de la ciudad y una de las plazas más bonitas y fascinantes que he visto. Puedes girar 360 grados y todo son maravillas a tu alrededor. Presidida por la fuente de Neptuno, la Basílica de San Petronio, el Palacio Enzo.

Otro rincón encantador de Bolonia es el conjunto de las 7 iglesias de Santo Stefano y admirar las diversas torres que se conservan, de las más de un centenar que tenía la ciudad.

Para comer, repetí en un restaurante con un precio asequible y una amplísima variedad de pasta y pizza sin gluten. Nicola’s.

Ravena, joya de arte bizantino y paleocristiano

Completamente desconocida para mí, Ravena ha sido uno de los grandes descubrimientos de este viaje. Tampoco sabía que había sido capital del Imperio Romano de Occidente en tres ocasiones, y por eso, conserva un patrimonio romano y bizantino impresionante.

Apenas a una hora y cuarto en trayecto en tren desde Bolonia, llegamos a Ravena. Es una ciudad tranquila, apacible, de calles amplias, luminosas, blancas, con un compacto centro muy bien conservado. Visitamos la tumba de Dante, que murió en esta ciudad donde estaba refugiado en casa de una familia amiga tras su exilio forzoso de Florencia. Pero la joya de la corona de Rávena son sus mosaicos. Los diversos edificios y monumentos paleocristianos de la ciudad y sus mosaicos son patrimonio de la Unesco. Y son una auténtica maravilla.

La precisión, la belleza, los colores, de unos mosaicos del siglo IV.

Con una entrada única de apenas 12 euros tienes acceso a 5 monumentos. El batisterio neoniano (o de los ortodoxos) del siglo IV con mosaicos maravillosos, las joyas del Museo Arzobispal, el Mausoleo de Gala Placidia construido por el emperador Honorio en honor de su hermana, la impresionante Basílica de San Vitale, obra maestra del arte paleocristiano y bizantino. Y finalmente, la basílica de Sant’Apollinare il Nuovo.

Eso sí, no hay mucha oferta de restauración, y menos sin gluten. Dimos algunas vueltas bajo el sol buscando un sitio donde comer y al final encontramos un fantástico sitio donde hacían Brunch con opción sin gluten.

Módena y Ferrara, preciosidades medievales y renacentistas


Al día siguiente tomamos el tren a primera hora de la mañana y en 40 minutos nos plantamos en Ferrara, aunque había que andar un trecho hasta el centro.

Según una leyenda, Ferrara era una doncella troyana que escapó de la ruina de su patria y decidió fundar una nueva ciudad. El señorío de Ferrara vivió 3 siglos de riqueza y fortuna bajo el dominio de la familia del Este, que aún conserva su enorme e imponente castillo. Es una viaje en el tiempo pasear por sus callejuelas y plazas medievales con palacios renacentistas. La catedral debe ser preciosa pero estaba en obras.

Regresamos a Bolonia y comimos en un fast-food de la misma estación de tren para coger un convoy hacía nuestro siguiente destino: Módena. El año anterior, una huelga imprevista de tren truncó mis planes de visitar Módena, así que se había convertido en un reto conseguir visitar la ciudad. Y menos mal que lo volví a intentar. Con la boca abierta te quedas al llegar a la Plaza Grande y encontrarte con la Catedral y la Torre Ghirlandina, todo ello Patrimonio de la Humanidad.

Gastos

Hotel Maggiore Bolonia. 4 noches 2 personas. 260 euros

Entradas monumentos Rávena. 12 euros por persona

Tren a Rávena. 8 euros por persona/trayecto

Tren a Ferrara. 5 euros por persona /trayecto

Tren a Módena. 4,3 por persona / trayecto



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