Dejamos la Toscana y salimos de Siena de buena mañana para dirigirnos a una nueva región, Emilia Romagna. En un principio, cuando preparamos el viaje, nuestra intención era atravesar sólo esta zona camino de Venecia, pero cómo pasar cerca de lugares tan relevantes sin detenerte. Al final, se acabó convirtiendo en una etapa destacada del viaje.
Tomamos Bolonia como punto neurálgico para movernos por la región,
igual que hicimos con Siena en la Toscana. En este caso, decidimos que vamos a
desplazarnos principalmente con tren, así que priorizamos estar cerca de la
estación central de Bolonia. Los cámpings de los alrededores no están demasiado
bien comunicados, así que optamos por un hotel a las afueras de Bolonia pero
que tuviera párquing. Estaba cerca de la autopista, al lado del hospital y en
un barrio de gente trabajadora, alejado del turismo y de la zona de
estudiantes. Alejado del centro, también. Y es que al final, no calculamos demasiado
bien y el objetivo de estar cerca de la estación en la práctica se concretó en
un camino andando de 40 minutos. Teniendo en cuenta que el centro de las ciudades
que visitamos también estaban a una cierta distancia andando de la estación de
tren, puedo asegura que esos días en Emilia Romagna andamos muchos quilómetros.
Emilia Romagna no es tan turística como otras zonas y
cuidades de su alrededor. A 2 horas de ciudades como Milán, Florencia, Venecia.
Tampoco está tan masificada. Y sin embargo, tiene una riqueza cultura y artística,
un patrimonio histórico que es una maravilla, un auténtico viaje en el tiempo
que te hace pasear con la boca abierta.
Bolonia, universitaria, roja y gula
Regresé a Bolonia apenas unos meses después de mi anterior visita, donde ya me encantó la ciudad. En aquel caso era noviembre y hacía un frío atroz. Ahora en verano el calor también es insoportable. Posiblemente, la ciudad donde más calor hemos pasado de todo el viaje.
A Bolonia la llaman la docta, porque acoge una de las universidades
más antiguas del mundo donde estudiaron ilustres pensadores, científicos,
escritores. La antigua sede de la Universidad se puede visitar. Se trata del Palacio
del Archiginnasio del siglo XVI donde puedes recoger de forma gratuita los
pasillos del claustros profusamente decorados con escudos. Hoy en día sigue
siendo una de las ciudades universitarias más grandes del mundo.
Bolonia también es la grossa, porque es la cuna de una
riquísima gastronomía. Se puede degustar por ejemplo en el Cuadrilátero, unas zona de callejuelas llenas de bares. Me sorprendió
la primera vez la gente tomando un aperitivo con su Aperol y una tapa de
mortadela.
Bolonia también es la rossa por el color rojizo de sus
calles medievales porticadas, pero también porque es la ciudad más de
izquierdas de Italia. En las parades de la Piazza Maggiore podemos ver las
fotos, nombres de los partisanos muertos en el movimiento de resistencia contra
los nazis en la II Guerra Mundial, también banderas palestinas en el Ayuntamiento
que está en el Palazzo Comunal. En realidad, la Piazza Maggiore es el corazón
de la ciudad y una de las plazas más bonitas y fascinantes que he visto. Puedes
girar 360 grados y todo son maravillas a tu alrededor. Presidida por la fuente
de Neptuno, la Basílica de San Petronio, el Palacio Enzo.
Otro rincón encantador de Bolonia es el conjunto de las 7
iglesias de Santo Stefano y admirar las diversas torres que se conservan, de
las más de un centenar que tenía la ciudad.
Para comer, repetí en un restaurante con un precio asequible
y una amplísima variedad de pasta y pizza sin gluten. Nicola’s.
Ravena, joya de arte bizantino y paleocristiano
Completamente desconocida para mí, Ravena ha sido uno de los grandes descubrimientos de este viaje. Tampoco sabía que había sido capital del Imperio Romano de Occidente en tres ocasiones, y por eso, conserva un patrimonio romano y bizantino impresionante.
Apenas a una hora y cuarto en trayecto en tren desde
Bolonia, llegamos a Ravena. Es una ciudad tranquila, apacible, de calles
amplias, luminosas, blancas, con un compacto centro muy bien conservado.
Visitamos la tumba de Dante, que murió en esta ciudad donde estaba refugiado en
casa de una familia amiga tras su exilio forzoso de Florencia. Pero la joya de
la corona de Rávena son sus mosaicos. Los diversos edificios y monumentos
paleocristianos de la ciudad y sus mosaicos son patrimonio de la Unesco. Y son
una auténtica maravilla.
La precisión, la belleza, los colores, de unos mosaicos del
siglo IV.
Con una entrada única de apenas 12 euros tienes acceso a 5
monumentos. El batisterio neoniano (o de los ortodoxos) del siglo IV con mosaicos
maravillosos, las joyas del Museo Arzobispal, el Mausoleo de Gala Placidia
construido por el emperador Honorio en honor de su hermana, la impresionante
Basílica de San Vitale, obra maestra del arte paleocristiano y bizantino. Y
finalmente, la basílica de Sant’Apollinare il Nuovo.
Eso sí, no hay mucha oferta de restauración, y menos sin
gluten. Dimos algunas vueltas bajo el sol buscando un sitio donde comer y al
final encontramos un fantástico sitio donde hacían Brunch con opción sin
gluten.
Módena y Ferrara, preciosidades medievales y renacentistas
Al día siguiente tomamos el tren a primera hora de la mañana
y en 40 minutos nos plantamos en Ferrara, aunque había que andar un trecho
hasta el centro.
Según una leyenda, Ferrara era una doncella troyana que
escapó de la ruina de su patria y decidió fundar una nueva ciudad. El señorío
de Ferrara vivió 3 siglos de riqueza y fortuna bajo el dominio de la familia
del Este, que aún conserva su enorme e imponente castillo. Es una viaje en el
tiempo pasear por sus callejuelas y plazas medievales con palacios renacentistas.
La catedral debe ser preciosa pero estaba en obras.
Regresamos a Bolonia y comimos en un fast-food de la misma estación
de tren para coger un convoy hacía nuestro siguiente destino: Módena. El año
anterior, una huelga imprevista de tren truncó mis planes de visitar Módena, así
que se había convertido en un reto conseguir visitar la ciudad. Y menos mal que
lo volví a intentar. Con la boca abierta te quedas al llegar a la Plaza Grande
y encontrarte con la Catedral y la Torre Ghirlandina, todo ello Patrimonio de
la Humanidad.
Gastos
Hotel Maggiore Bolonia. 4 noches 2 personas. 260 euros
Entradas monumentos Rávena. 12 euros por persona
Tren a Rávena. 8 euros por persona/trayecto
Tren a Ferrara. 5 euros por persona /trayecto
Tren a Módena. 4,3 por persona / trayecto
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