dijous, 9 de setembre del 2010

Mi no opinión sobre Cuba

Nunca sería una buena tertuliana. La empatía no siempre es una virtud. A veces, me pongo tanto en el lugar del otro que llego a comprender sus argumentos y opiniones (con evidentes excepciones que golpean mis principios y valores). Por eso soy sufría tanto en mi primera experiencia laboral como teleoperadora en atencióna al cliente en una operadora que daba un pésimo servicio a sus clientes. Por eso soy una negociadora malísima que no consigue buenas condiciones en un banco, en un bazar de Estambul, o pidiendo una mejora laboral. Debería estar prohibido sentir compasión de un jefe cuando te niega un aumento de sueldo que te mereces.
En ocasiones también quisiera ser de esas personas para las que todo es blanco o negro, para evitar perderme en el universo de grises y colores de toda la gama del pantone. Y así llevo semanas intentando crearme una opinión firme sobre Cuba, pero no lo consigo. Hay tantas perspectivas, tantas cosas para tener en cuenta, tantos matices, tantos argumentos a favor y en contra, tantas contradicciones, cuando has conocido a personas fantásticas que defienden con la misma pasión posiciones a favor y en contra, que he llegado a una única conclusión: no pudes crearte una postura firme sobre Cuba. Cuando la realidad es tan compleja, lo mejor es rendirse. Y aceptar tus limitaciones de pretender juzgar un país desde Europa, un país en el que has vivido sólo una semanas. Y además, ¿quiénes somos nosotros para juzgar un país cuando el nuestro es tan defectuoso? ¿Por qué hay un foco mediático sobre Cuba y todo el mundo opina y la juzga, y no lo hacen sobre otros lugares del planeta?
Algunas cosas que tengo claras son:
Que hay que reconocer los logros de la Revolución. La educación es una de las mejores del mundo con un 100% de alfabetización (aunque al parecer disminuye el nivel progresivamente), la sanidad (con médicos excelentes y cobertura total de toda la población, generando incluso un turismo sanitario en otros países de América Latina), la seguridad (que te permite ir tranquilamente por cualquier rincón oscuro de la Habana o dejarte la cartera en el autobús y recuperarla una hora después intacta) e incluso el asegurar las necesidades básicas de la población. Hay precariedad pero no hay miseria. La gente no lo tiene todo, pero no se muere de hambre, tiene la alimentación y el alojamiento asegurado. ¿Podrían decir lo mismo el resto de países de América Latina? ¿Respecto a seguridad, educación, sanidad, alimentación bàsica? ¿Méjico, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Venezuela, Colombia? Ni siquiera en España podemos decir lo mismo, que nos hemos dejado encegar por la especulación financiera y el enriquecimiento rápido. En nuestro país también hay precariedad, y además cada vez avanzamos un poco más allá del límite y nos situamos en elevados índices de pobreza.

Se quejan algunos cubanos de que el sistema está corrupto. Que los dirigentes no creen en en la revolución y que está aprovechando estos años para enriquecerse y sacar lo máximo del país para disfrutar de una jubilación de lujo en Chile. ¿Qué podemos decir desde España que asistimos impasibles al desfalco y la corrupción de nuestros dirigentes, sin que pase nada, y encima les seguimos votando?

Y aún así, Educación, Sanidad, ... nosotros también tenemos un sistema educativo y sanitario excelente (en comparación con el resto del mundo), con la diferencia que nosotros tenemos libertad. Para viajar, para salir del país, para leer lo que queramos, tenemos libertad de premsa y podemos visitar las páginas que queramos en Internet. En Cuba no. Y a veces existe la libertad, pero las condiciones económicas son tan limitantes que esta supuesta libertad sólo es accesible a unos cuantos privilegiados.

Ellos no tienen derecho a tener una casa en propiedad (sólo si es heredada), pero y ¿la mayoría de los españoles? ¿tiene ese derecho? ¿lo tienen mis compañeros de generación? ¿ y nuestros hermanos pequeños?

Que como me dijo un amigo cubano , cálido y alegre y con un coche propio de Pedro Picapiedra , “Lo decepcionante no son las ideas o los sistemas sino los hombres que los llevan a cabo”.

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