diumenge, 26 d’octubre del 2025

Camino de regreso desde Dolomitas con paradas en Briançon y Montpellier

Decidimos emprender el camino de regreso porque el tiempo amenaza con volver a empeorar, aunque nos da pena dejar el agradable cámping en Dolomitas donde estamos tan cómodos.

Volvemos a tomar  la autopista que recorre el Lago di Garda, pasamos cerca de Bérgamo, seguimos hasta Milán, dejamos atrás Turín y cruzamos la frontera francesa. En este caso, hemos decidido hacer el recorrido de vuelta por el interior para no repetir el mismo camino. El paisaje con los Alpes de fondo es precioso. También dejamos atrás las autopistas para tomar carreteras de montaña, que pueden ser muy bonitas hasta que te encuentras detrás de un tráiler que transporta camiones subiendo un puerto de montaña.

Primera parada. Briançon, ciudad fortificada

Al mediodía llegamos a Briançon, nuestra parada para pernoctar en mitad del camino. Se trata de una pequeña y encantadora ciudad fortificada, construida por Vauban a finales del siglo XVII. Encaramada en lo alto de un piso rocoso con unas vistas espectaculares de los Altos Apeles, en medio de un entorno natural impresionante desde donde se divisa  todo el valle y las montañas, rodeada de un sistema de fuertes, se dice que es una ciudad inexpugnable. De hecho, a 1.326 metros de altitud sobre el nivel del mar, es la ciudad más alta de Francia. Además, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Visitamos la ciudad tomando el autobús que parte de la misma puerta del cámping y nos deja en la última parada en lo alto de la ciudad. Paseamos por sus  murallas y calles empedradas, que precisamente están de celebración con personas vestidas de época y cantando canciones antiguas.

El cámping es económico, como acostumbra a pasar en Francia, pero es bastante caótico. No hay demasiado control a la entrada y no hay parcelas asignadas, así que te pones donde quieres, con el riesgo de perder tu plaza al volver. Y como no están señalizadas todo el cámping es un desorden. Los servicios son también muy justitos. Sin embargo, pasamos por una zona comercial a 10 minutos del cámping andando y compramos para la cena. Por la noche está todo tranquilo.




Gastos de esta etapa

Cámping Le 5 vallée en Briançon 42 euros con electricidad.

Gasolina. 70 euros

Peajes. 17 euros, 5 euros, 10,2 euros, 3 euros, 1,5, 7, 4.

 

Parada 2 Montpellier

Seguimos el trayecto hasta casa y nos cruzamos con un atasco terrible cerca de Nîmes, así que decidimos tomar otro camino. No acabo de entender por qué se forman tantos atascos en Francia. Llegamos a Montpellier y nos alojamos en un hotel cerca del centro donde podemos dejar el coche.

Estuve en Montpellier hace años y tenía muy buen recuerdo, pero esta segunda visita ha superado la anterior. Hicimos una vista guiada fantástica.

La más roja de las ciudades de Francia, que tiene la mayor zona peatonal y más carriles bici. Elegante, sofisticada, pero también alternativa y bohemia, universitaria, con arte callejero cada esquina. Sabía, alegre, con trampantojos, iglesias convertidas en museos, el peregrinaje de San Roque y su perro, cuna de Jaime I, con su barrio judío, su barrio de la corona de Aragón, la catedral fortaleza, una de las universidades más antiguas de Francia y el jardín botánico más antiguo.


El hotel estaba limpio, en una zona tranquila, a 5 minutos del centro, nos dejaron dejar el coche, aunque la habitación era justa y la puerta del baño de cristal transparente al lado de la cabecera de la cama no era lo más íntimo del mundo. 

Había mucha gente en los bares y restaurantes y no encontramos dónde cenar, así que cenamos en el hotel con comida que ya teníamos.

La vuelta fue un poco susto con el precio de los peajes

Gastos de esta etapa

Peajes: 14, 8 + 9,4+ 1,5+9,1+22,3 (este último el de Montpellier hasta la frontera)

Hotel 87 euros Hotel Du Parc


diumenge, 19 d’octubre del 2025

Dolomitas, al margen de los sitios más masificados y turísticos

Años llevo queriendo visitar Los Dolomitas, y varias veces este año hemos estado a punto de abortar la misión. Un par de meses antes del viaje, de pronto, descubrimos que todos cámpings en las zonas más imprescindibles están llenos. Las alternativas de hotel, pensión, albergue, apartamento o también estaban llenas o eran un disparate de precio.  Dudamos si pensar una alternativa de viaje, pero la idea era hacer un viaje que combinaran ciudades, arte, historia con excursiones y naturaleza. Y haciendo el norte de Italia, era un bombón difícil de desaprovechar. ¿Cuándo íbamos a volver a estar tan cerca en coche y con tantos días por delante?

Además, la zona es tan extensa que nos costó mucho poner foco para seleccionar la ruta que queríamos hacer. Leíamos blogs, veíamos vídeos de viajeros en Youtube, amigos y conocidos nos compartían sus rutas, incluso teníamos una guía entera de Lonely Planet sólo de Dolomitas. Demasiada información no hacía más que dispersarnos más. Cuando ya logramos centrarnos y escoger nuestra ruta, o no había cámpings o eran cámpings que no aceptaban reserva. Podemos pasar varios días sin pernoctar en un cámping en un plan más de paseo, pero no tenemos ducha en la furgoneta y después de excursiones por la montaña conviene ducharse antes de meterse en la cama, ¿verdad? Al final decidimos ir a la aventura, y a ver qué suerte teníamos improvisando.

Al final, nuestra ruta era subir desde Padua hacia la zona de Cortina d’Ampezzo y allí visitar el Lago Sorapis, la cascada de Fanes y Tre Cime. Luego desplazarnos hacia 5 Torri, después subir a la Marmolada y acabar viendo el lago Carezza. En total, 5 o 6 días.

Sin embargo, a veces las cosas cambian.

Cambio de planes y ¡un acierto!

El día antes de salir camino de Dolomitas nos llegan alertas a móvil de tormentas eléctricas en la zona. Dudamos, valoramos, damos vueltas, estamos a punto de anular de nuevo esa etapa dl viaje. Decidimos hacer un noche más en Padua y esperar a ver cómo evoluciona el tiempo. No mejora. Ir a alta montaña con alertas de tormentas eléctrica no es lo más prudente. ¿Hacemos montaña cuando lleguemos a Francia? ¿Hacemos montaña al cruzar los Pirineos? Entonces optamos por visitar una zona de Dolomita que no está en las rutas más turísticas y masivas pero sigue siendo Dolomitas. En este caso, Dolomitas de Brenta, que también está reconocido por la Unesco. Es la zona que está encima del Lago di Garda y cercana a Trento. Y ¡oh, sorpresa! Encontramos un cámping con plazas disponibles, que se puede reservar y bien de precio. Y más sorpresas, los supermercados tienen precios asequibles, la gasolina se puede pagar sin pedir un préstamo y no hay que hacer cola para ir de excursión por la montaña. Mientras, nos iban llegando imágenes en Instragram y en los informativos italianos de la saturación de las zonas más turísticas de Dolomitas con colas interminables para los teleféricos. Así, que acertamos con nuestra elección.

El cámping está en un pueblo que se llama Pietramurata, a 20 minutos del Lago di Garda y a 30 minutos de Trento. Se llama Pietramurata porque el mismo cámping está a los pies de una montaña de piedra lisa increíble desde dónde se lanzan en parapente nuestros vecinos de cámping. Es un lugar encantador, tranquilo, con familias, y jóvenes deportistas pero muy sanos y civilizados, así que decidimos quedarnos más días y explorar la zona.

La maravilla de Los Dolomita

“La obra arquitectónica más bonita del mundo”, así definió el arquitecto Le Corbusier a Los Dolomitas, la legendaria cadena montañosa de los Alpes orientales, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. 140.000 hectáreas que ofrecen un espectáculo de color y forma majestuosas. Están hechas de una roca llamadas Dolomita, en honor al naturalista francés Déodata de Dolomieu que lo descubrió en el siglo XIX. Antes se llamaban “montañas pálidas”  por el color que genera esta roca.

La región de Trentino -Alto Adige ha tenido una importante influencia austriaca y alemana, estuvo en manos de los Habsburgo desde 1363. Tras la I Guerra Mundial, se la anexiona Italia completando así su “Reunificación”. Sin embargo, la población de la zona que lleva cientos de años sintiéndose austriaca no se siente parte de esa nueva Italia. Las tensiones con la población, que es mayoritariamente germanoparlante o hablan un dialecto que se llama ladino, son constantes. En los años 60 y 70  la cuestión identitaria se intensifica y se producen acciones terroristas. Finalmente, la región obtiene un estatuto especial de autonomía en 1972 que incluye el respecto y fomento de la lengua.

Rutas por Los Dolomitas

Lago Toblino. El mismo día que llegamos hacemos una pequeña ruta que empieza en el pueblo de al lado del cámping (Sache) que da la vuelta al lago Toblino con vistas a su romántico castillo que parece situado en medio del agua. Una ruta fácil que tiene una variante para rodear el lago que hay a continuación, el Lago di Santa Massenza. Fácil si no te pierdes al volver y acabas montaña a través.

Por la tarde visitamos San Lorenzo Dorsino, que supuestamente es uno de los pueblos más bonitos de Italia, pero además de las impresionantes vistas, el pueblo no nos parece destacable.

Madona di Campiglio. Llueve al levantarnos, dudamos, pero decidimos hacer el camino de 1h en coche hasta un poco más allá de Madona di Campiglio. Deja de llover al llegar a Campo Carlo Magno donde se inicia una ruta que nos lleva ascendiendo a un precioso lago rodeado de altas montañas y carteles que informan de la presencia de osos. El camino de ida lo hacemos solos, el de vuelta nos cruzamos con 15 o 20 personas en un par de horas.


Trento. A la tarde tomamos el autobús que pasa por delante del cámping y en 30 minutos estamos en Trento. Es una ciudad pequeña, bonita, con antiguos palacios de fachadas pintadas, una enorme plaza con un conjunto espectacular: la fuente, la torre cívica, el palacio pretoriano y la catedral donde en 1212 se celebró el famoso concilio que cambió el curso de la historia.

Selva di Val di Gardena. El único día que la previsión meteorológica anuncia buen tiempo lo aprovechamos para hacer una escapada hacia la zona más famosa de Dolomitas. Es 1h30 de coche hasta la zona más cercana. Así que optamos por una excursión que sale de Selva di Val di Gardena. A medida que vamos avanzando por el valle y pasamos Ortisei, Santa Cristina, el tráfico se intensifica. Cuando llegamos al punto de inicio de nuestra ruta en un camino empinado ya no queda aparcamiento. Un poco perdidos, finalmente optamos por aparcar en un párquing en el centro del pueblo y subir al punto de inicio de la ruta en autobús, pero nos equivocamos de autobús y nos pasamos una hora dando vueltas por los pueblos de la zona sin que el conductor nos oriente. Al volver a la parada de inicio ya se ha hecho demasiado tarde, preguntamos en la oficina de turismo por una excursión que empiece en el mismo pueblo y hacemos la Vallunga que recorre andando una valle entre impresionantes montañas. Es un paseo fácil, familiar, agradable. A media que avanza el día hay más gente y los teleféricos se llenan de colas. Regresamos al cámping.


Lago di Molveno
. Alargamos un día más nuestra estancia en Dolomitas y hacemos una ruta circular de Andalo al Lago di Molveno que lleva varios años ganando el premio al lago más bonito de Italia. Es también una ruta fácil, familiar, y el lago es una verdadera preciosidad.  Como es el último día decidimos despedirnos del país comiendo una pizza. En un pueblo cerca del cámping, donde entramos a tomarnos un café en nuestra primera ruta, hay un restaurante Il giardino delle Spiezie donde tienen pasta y pizzas sin gluten.

Gastos de esta etapa

Cámping Daino en Dolomitas. 83€ tres noches. Aunque luego pagamos una noche extra.

Peaje Padua – Dolomitas. 10,4

Peaje Trento – Bolzano. 4,8 ida y 4,8 vuelta

dissabte, 11 d’octubre del 2025

Véneto. Descubrir Padua y regresar a Venecia. Y un bonus track con Vicenza


Siguiente etapa: Región del Véneto, con campamento base en Padua.

Apanas una hora y media de coche separan Bolonia de Padua, que elegimos porque está apenas a 25 minutos en tren de Venecia y nos parecía la forma más fácil para evitar acceder en coche a una ciudad tan masificada.

Y Padua fue un auténtico descubrimiento, uno de los mayores del viaje, tanto que decidimos quedarnos una noche más.

Es una ciudad universitaria encantadora, con bonitas calles y animadas plazas y un ambiente muy vital y alegre.  La Universidad de Padua de 1222 es una de las más antiguas de Italia, y este hito la convirtió en uno centro de conocimiento y cultura. Es muy agradable pasear por sus calles, visitar el baptisterio de San Giovani al lado de la catedral, y detenerse en sus bellísimas plazas como la Plaza delle Erbe y la Plaza de la Fruta con hermosos edificios como el Palazzo della Regione que se asemeja a un barco, así como la Plaza  dei Signori donde destaca la torre del reloj del siglo XIV.

Sin duda, recomendaría Padua para una visita. Pero además de la proximidad a Venecia, Padua también es un lugar de parada destacable si quieres visitar la capilla degli Scrovegni de Giotto, una de las joyas de la corona del viaje. Se trata de un espacio impresionante, conocida como la Capilla Sixtina, pero de menor dimensión (unos 1.000 m2) pero también más accesible para admirar las pinturas. Giotto pintó esta capilla en apenas 855 días entre 1302 y 1305, son considerados una de las obras maestras del arte occidental, un punto de inflexión en la historia de la pintura. Giotto, con su innovador uso de la luz, el color y la representación de emociones humanas sentó las bases para el arte renacentista. Están representadas escenas de la vida de Cristo, y podemos ver el que se considera el primer beso en la boca de la pintura, en este caso entre los padres de la virgen María, pero también vicios y virtudes y el juicio final. La capilla fue encargada a Giotto por Enrico Scrovegni, que se cuenta que era un  hombre muy rico pero muy déspota que de hecho aparece en el infierno de la Divina Comedia de Dante. Enrico está enterrado en el altar de al capilla.

Las entradas se agotan fácilmente y hay que reservar con antelación, se entra en un número reducido de personas por turnos. La entrada también incluye la visita al museo cívico de al ciudad.

La capilla se encuentra en el centro de la ciudad en un espacio excepcional en la plaza Eremitani entre las ruinas del anfiteatro romano, donde también se encuentra la iglesia degli Eremitani que da nombre a la plaza. Aunque perdió la mayoría de sus frescos en un bombardeo en la II Guerra Mundial, es un lugar de una solemnidad impresionante.

Pero Padua nos deparaba una preciosidad más. Nos acercamos a visitar la Basílica de San Antonio de Padua, que me hacía especialmente ilusión ver puesto que mi familia materna es muy devota de este santo. Se trata de ese tipo de santo familiar que casi forma parte de la familia, al que mi madre, tías, abuelas ponen velas constantemente ya sea en casa (siempre hay figuras y representativas en casa) o en la catedral. Así, que para mí fue emocionante poder ponerle una vela esta vez a San Antonio de Padua de verdad, puesto que es donde está enterrado. Descubrimos que además de mi familia, es un santo muy venerado y que la basílica es un lugar de peregrinaje (existe un camino de Sant Antonio para hacer a pie). Yo desconocía su importancia, pero es una de las iglesias más grandes del mundo visitada por 6.5 millones de personas cada año. Así que efectivamente había muchas personas rezando, haciendo peticiones y realizando ofrendas en la tumba del Santo. Está también la Capilla de las Reliquias de San Antonio que es un lugar, cuanto menos curioso, que a mi siempre me genera un poco de extrañeza.  Además del valor espiritual del lugar, la Basílica es impresionante, tanto por fuera como por dentro. Un imponente edificio de ocho cúpulas sin un estilo preciso, pero con influencia bizantina y el interior es gótico con bellísimas capillas altamente decoradas. Los frescos de la basílica han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.

El camino desde la capilla de Giotto hasta la Basílica de San Antonio es casi en línea recta y si seguimos la calle acabamos en otro sitio sorprendente: el Prato della Valle. Se trata de la plaza más grande de Italia y una de las más grandes de Europa. Una enorme esplanada ajardinada atravesada por un canal que está recorrido con estatuas. La plaza está rodeada de palacios y pórticos. Hay una estupenda heladería portuguesa en una de las calles que van a parar a la plaza. En el Prato della Valle encontramos también la Basílica de Santa Justina de Padua.

Como nos quedamos más días de los previstos, tuvimos tiempo de pasear y volver a recorrer algunos lugares de esta hermosa ciudad.

Elegimos un alojamiento cerca de la estación y está vez acertamos con la distancia, y que tuviera aparcamiento vigilado para poder dejar la furgoneta. Resultó ser un antiguo hospital o residencia hospitalaria transformada en hotel que podías intuir por las dimensiones del ascensor, la recepción con la forma de la zona de enfermería, la sala de espera convertida en office, las puertas batientes  para dar acceso a los pasillos y la distribución de las habitaciones. Era un lugar sencillo, económico y tranquilo, únicamente echamos de menos algunos temas como tener nevera en la habitación o que al menos no se apagara la electricidad al salir de la habitación, desconectando también nuestra nevera portátil. También tienen un servicio de recepción muy limitado, sólo por las tardes. El hotel estaba en un barrio residencial de clase humilde.

 Regreso a Venecia

Tomamos el tren a primera hora y media hora llegamos a la estación de Santa Lucia de Venezia. Y nada más salir de la estación ya te inunda la belleza. Giraría en redondo embelesada, no pararía de hacer fotos, porque cada calle, cada callejón, cada rincón, cada fachada, me parecen un maravilla. Sí, hay mucho turismo (obvio!! No estábamos nosotros también allí, nadie quiere perderse esta ciudad!), es una ciudad laberíntica donde te desorientas con facilidad, todo es caro y turístico pero es un lugar que hay que visitar. Sin ser una de mis ciudades preferidas, sí que creo que posiblemente sea la ciudad más bonita del mundo. Pese a la masificación turística y los envites del tiempo y el clima, esta antigua potencia comercial y marítima se ha mantenido como en su época de esplendor. Es como un viaje en el tiempo.

Ni que decir que tiene que esta vez disfruté la ciudad mucho más que la anterior, cuando hacía frío porque era invierno, llovía y mi compañera de viaje se puso enferma y tuve que explorar sola la ciudad. También es cierto que el calor hizo estragos  y tuvimos un momento de casi desfallecimiento que tuvimos que refugiarnos en la Basílica de la Salute un rato.

En esta ocasión también tuve la oportunidad de visitar la Catedral de San Marcos por dentro, que no lo había hecho la vez anterior. Compramos las entradas allí mismo en la cola de la catedral. Si el exterior es una maravilla, el interior no se queda corto. Me pareció una preciosidad. Eso sí, al revés del disfrute que tuvimos en la catedral de Siena de poder recorrerla a nuestro ritmo y recrearnos, en la catedral de Sant Marcos el recorrido está marcado y no puedes detenerte demasiado en los detalles.

También vivimos algunos momentos curiosos, propios de la explotación privada de la ciudad, como unas personas de seguridad que llamaban la atención a cualquiera que se sentara en el suelo y en un escalón de la plaza de San Marcos. Si querías descansar tenías que hacerlo en una terraza, pagando esos precios abusivos que imaginamos.

Regresamos a media tarde callejeando hasta la estación y en media hora estábamos en el hotel para descansar del intenso día.

Un cambio de planes nos lleva a Vicenza

En nuestros planes nos tocaba emprender la ruta hacia Dolomitas. Sin embargo, la previsión del tiempo anunciaba alerta de tormentas eléctricas.  Después de muchas dudas, consultas, incertidumbres, decidimos quedarnos un días más en el hotel-residencia de Padua para esperar a ver cómo progresaba la previsión del tiempo. Dudamos entre visitar Verona y finalmente, y en previsión también de lluvias en la zona, decidimos ir a Vicenza que está apenas a 17 minutos en tren de Padua.

Una amiga profesora de historia del arte nos había recomendado acercarnos a esta casi desconocida ciudad que ¡oh sorpresa! es patrimonio de la Humanidad (¿Cómo todo en Italia?). Vicenza es conocida especialmente por las obras de Andrea Palladio, el creador de la arquitectura Palladiana, uno de los exponentes más conocidos es la Casa Blanca en Estados Unidos. 

En Vicenza puedes visitar también el teatro romano, máximo exponente del estilo palladiano, obra maestra del Renacimiento y el mayor teatro cubierto del mundo. Pero tengo que confesar que nosotros, optamos ese día por pasear y callejear y no dedicarnos a visitar monumentos. Además era día de mercado en Vicenza, un enorme mercado que iba recorriendo sus plazas y calles y al que fuimos siguiendo en nuestro recorrido. El mercado acababa en la plaza dei Signori, muy bonita y con hermosos edificios que quedaban ensombrecidos con las paradas del mercado.

Fue un día agradable, tranquilo, que también nos sirvió para recuperarnos de la intensidad de visitas de los días anteriores.

Regresamos a Padua a media tarde y aprovechamos para volver a pasear y comernos un helado.  Al anochecer tomamos una decisión sobre nuestra siguiente etapa: Dolomitas.

Gastos

Hotel de Padua. Casa di Accoglienza Lucia Valentini Terrani. 69 euros la noche habitación doble

Entradas a la capilla degli Scrovegni 16€ persona

Entradas a la Catedral de San Marcos. 10€ persona

Tren de Padua a Venecia ida y vuelta: 9.8€ persona

Tren a Vicenza ida y vuelta: 9,8€ persona

Peaje de Bolonia a Padua: 8,7€