Siguiendo con mi incursión en la obra de Virgina Woolf me he
sumergido en Las Olas.
No es una novela fácil de leer, es ardua, densa, de frases
largas y cargadas de imágenes, metáforas,
de sentido, de profundidad. Le lectura no da nunca tregua. Es un torrente de
pensamientos.
Eso sí, vuele a ser una obra innovadora en el estilo, en la
forma, en la presentación y está escrita con el lirismo exquisito. Es como una
danza, un baile, el rumor de olas, un batir de alas, un balanceo. Sin embargo,
paradójicamente a su lenguaje poético lo que explica es tan prosaico como el
gris del tedio del transcurrir de la vida. Concretamente, la vida de un grupo
de 6 amigos (3 chicos y 3 chicas).
El libro lo constituye un monólogo de pensamientos de cada
uno de ellos desde su más tierna infancia hasta la vejez, entremezclados, a
menudo sin identificar en el texto quién habla pero que acabas reconociendo.
Las decepciones, las frustraciones, las renuncias de la vida cotidiana las
envidias, los complejos, los miedos, a medida que crecemos, aquello en lo que
nos convertimos. Es una preocupación que
también vemos plasmada en Mrs. Dalloway de Woolf donde los personajes se
preguntan si han traicionado sus sueños, si se han convertido en aquellas
personas que juraron no ser. En consecuencia,
en toda la novela se percibe una rebeldía, un inconformismo, una rabia
contenida contra las convenciones, la rutina, la vida cíclica, la estabilidad,
las costumbres, lo que ahora se denomina la zona de confort.
Estos son algunos de los fragmentos que más me han llamado
la atención y que reflejan todo lo comentado:
“¡qué extraño es abrirse paso entre la multitud cuando se ve
la vida con los ojos encendidos por las lágrimas que pugnar por asomar a ellos”
“he perdido mi juventud. Es extraño cómo en cada crisis
moral, alguna frase hecha, alguna frase absolutamente fuera de lugar, acude en
nuestra ayuda: tal es la desdicha de vivir en medio de una civilización
demasiado viaja y de poseer una libreta de notas”
“¡Cómo me habéis encadenado a una silla!!
“Con cuánta rapidez corre ahora la vida desde enero a
diciembre! Somos arrastrados por el torrente de las cosas, que se han tornado
tan familiares que ya no proyectan sombras”
“Soy prisionero del lugar que ocupo dentro del puzle”
“Yo amo lo que se puede tocar, lo que se puede morder. Amo
la lluvia cuando se transforma en nieve y se convierte en algo palpable”
“Se percibe un ruido semejante al de vagones alineados a un
lado del garaje. Tal es el feliz encadenamiento de los acontecimientos de
nuestra vida. Toc, toc, toc, toc. Es preciso, es preciso, es preciso. Es
preciso partir, es preciso dormir, es preciso despertar, es preciso levantarse.
Palabras sabias, palabras piadosas que pretendemos detestar, pero que nos llevamos
al corazón oprimiéndolas y sin las cuales ya no seríamos más ¡cómo adoramos ese
ruido semejante al de vagones que se engarzan unos a otros sobre los rieles!
“¡Cuán cansado estoy de historias, cuán cansado de las
frases que se posan elegantemente sobre el suelo y se ponen a caminar con un
pie seguro!
“comienzo a soñar con un lenguaje ingenuo como el que
emplean los amantes, hecho de palabras cortadas, desarticuladas, semejantes al
ruido de pasos que se arrastran sobre el pavimento”
“Y luego aquella rigidez áspera como la piel de una foca,
que son las flechas negras del dolor cuando no hay cartas, cuando ella no
viene. Las sospechas asoman entonces sus cabezas por entre sus caparazones,
horror de los horrores”
“Y sin embargo, la vida es agradable, es tolerable. El
martes sucede al lunes; luego viene el miércoles. El espíritu crece y se
multiplica. El sentimiento del Yo se fortifica; también el dolor es absorbido
en este continuo crecimiento. Abriéndose y cerrándose, cerrándose y abriéndose,
con un incesante murmullo, el apresuramiento y la fiebre de la juventud
encuentran su empleo hasta que todo ser parece maniobrar con la perfección de
un mecanismo de rejo ¡ con qué rapidez nos transporta la corriente de enero a
diciembre! ¡somos arrastrados por un torrente de las cosas y estas cosas se han
tornado tan familiares que ya no percibimos su sombra”
“cuando uno mismo comienza sus cartas con las palabras “muy
señor mío” y las concluye con la expresión de sus sentimientos más distinguidos.
Uno no puede despreciar esas frases que atraviesan nuestras vidas tumultuosas
con la rectitud de un camino romano, puesto que ellas nos obligan a marchar al
paso, como gentes bien educadas cuya circulación es regulada por el gesto lento
y medido de los policías del tránsito, aun cuando uno pueda estar entretanto susurrando
por lo bajo”
“Cada día arroja sobre la playa la misma ola de bienestar,
repetir la misma curva de ritmo avanza un poco más lejos sobre la playa o muere
sobre la arena un poco más atrás”
“Hay gente que busca un refugio junto a los sacerdotes:
otros, en la poesía; en cuanto a mí, me refugio junto a mis amigos, junto a mi
propio corazón; yo parto a la búsqueda de alguna cosa intacta”
“¡Es extraño cómo los muertos se arrojan sobre nosotros en
las esquinas de las calles o en los sueños!”
“Durante un instante, vimos, extendido entre nosotros, el cadáver
del ser humano completo que no habíamos logrado ser, pero al cuán no podíamos
olvidar”
“Hemos renunciado al sitio que nos pertenecía y yacemos
sobre tierra, aplastados, marchitos, y bien pronto olvidados”
“Ya no sentía apetito de engullir cosas”
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada