Durante una época de mi vida participé en un club de lectura. Tengo muy buenos recuerdos de esos encuentros de intercambio con otras mujeres aficionadas a la lectura como yo (no es que el club tuviera limitaciones de género, es que como casi siempre a este tipo de actividades socioculturales sólo se apuntas mujeres). Yo era la más joven entre todas aquellas señoras aparentemente tan distintas a mí. Abuelas sin apenas estudios, amas de casa que buscaban entretenerse, algunas profesionales de mediana edad que dejaban esa tarde a los hijos a cargo del marido. Todas ellas enriquecieron mis lecturas con puntos de vista tan diferentes a los míos. Cada mes leíamos todas el mismo libro y luego nos encontrábamos para comentarlo. Aquellos ojos leían libros distintos a los míos, aunque llevaran el mismo título. Se detenían en detalles en los que no había reparado, entendían a los personajes de otra manera, encontraban otras explicaciones a los mismos acontecimientos, hacían distintas lecturas de idénticos finales. Estoy segura que si hubiera leído aquellos mismos libros acompañada de mis amigas, nuestras lecturas no habrían diferido apenas. Por lo que aprendí que compartir libros con mis amistades o con mi entorno más cercano era un ejercicio de autoafirmación más que de buscar nuevas aportaciones.
Me he dado cuenta que con las redes sociales pasa exactamente lo mismo. Resulta útil para que no se te escape la última novedad musical, literaria o de cine. Y también para seguir recomendaciones que sé que me gustarán. Al final en la vida te acabas rodeando de personas afines a ti. Que cojean del mismo pie ideológicamente, con similares valores, intereses y gustos. Si una de mis amigas más antiguas comenta en el facebook que le ha encantado una película, ya es suficiente razón para ir a verla al cine porque seguramente. Y casi todos hemos bebido de las mismas fuentes musicales y tenemos los mismos referentes cinematográficos. Incluso hay afinidades profesionales. En mi círculo social predominan educadores, pedagogos, maestros, trabajadores sociales, periodistas, filolólogos, psicólogos y en definitiva gentes con cierta sensibilidad social y humanística.
Así pues si lo que quiero es afirmarme en mis intereses, gustos, opiniones y valores miro qué dicen los demás en facebook. Y ya es fantástico porque cumplen su función. Pero si lo que quiero son perspectivas nuevas, descubrir otros autores, otros músicos radicalmente distintos, conocer otros puntos de vista, otras visiones de la vida…. Las redes sociales no son el mejor lugar donde descubrir nuevos horizontes.
Me he dado cuenta que con las redes sociales pasa exactamente lo mismo. Resulta útil para que no se te escape la última novedad musical, literaria o de cine. Y también para seguir recomendaciones que sé que me gustarán. Al final en la vida te acabas rodeando de personas afines a ti. Que cojean del mismo pie ideológicamente, con similares valores, intereses y gustos. Si una de mis amigas más antiguas comenta en el facebook que le ha encantado una película, ya es suficiente razón para ir a verla al cine porque seguramente. Y casi todos hemos bebido de las mismas fuentes musicales y tenemos los mismos referentes cinematográficos. Incluso hay afinidades profesionales. En mi círculo social predominan educadores, pedagogos, maestros, trabajadores sociales, periodistas, filolólogos, psicólogos y en definitiva gentes con cierta sensibilidad social y humanística.
Así pues si lo que quiero es afirmarme en mis intereses, gustos, opiniones y valores miro qué dicen los demás en facebook. Y ya es fantástico porque cumplen su función. Pero si lo que quiero son perspectivas nuevas, descubrir otros autores, otros músicos radicalmente distintos, conocer otros puntos de vista, otras visiones de la vida…. Las redes sociales no son el mejor lugar donde descubrir nuevos horizontes.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada