Aunque
muy lejos de los que dicen considerarla “la Florencia francesa”, sí que es
cierto que Lyon es una ciudad encantadora para pasar un fin de semana.
Ciertamente, no es un destino turístico de los más populares. Y precisamente
por eso es una estupenda sorpresa descubrir este delicioso lugar con tantos
secretos escondidos. Es la ciudad con más hectáreas declaradas Patrimonio
Mundial de la Unesco, exactamente 500, hecho sólo comparable con Praga.
Lyon
está surcada por dos ríos: el Ródano y el Saona, que han dado lugar a un
entramado de puentes para recorrer la ciudad. Además, está coronada por dos
colinas: la Croix Rouge y Fourvière.
Lyon está dominada por la imponente Basílica de Fourvière situada sobre
la colina que le da nombre y dedicada a la virgen que salvó al lugar de la
peste. Se puede subir en teleférico o dando un paseo ascendente por la colina. Si
no está muy en forma para subir escaleras y cuestas, sólo se trata de hacerlo
más despacio y con más paradas. Desde arriba, se obtienen unas fabulosas vistas
de la ciudad. En la parte inferior de la basílica, hay un espacio bastante
curioso porque hay capillas dedicadas a vírgenes de todo el mundo.
Una
recorrido por 2.000 años de historia
Pasear
por sus barrios es como sumergirse en un libro de historia: la Lyon del Imperio
Romano, la Lyon medieval, la Lyon renacentista, la Lyon industrial y obrera, la
Lyon de la resistencia contra los nazis. La ciudad ha sabido conservar su importante
legado arquitectónico que nos permite ubicarnos en todos esos momentos
históricos.
Por
ejemplo, yo desconocía que Lyon es una ciudad con más de 2.000 años de
historia. Sus orígenes se remontan al Imperio Romano como se puede comprobar en
su imponente y bien conservado teatro romano, que baja por la colina de
Fourvière. Siempre me sorprenden esos impresionantes monumentos históricos en
medio del contexto urbano, accesibles a todo el mundo, sin control, casi
abandonados en medio de la ciudad, vulnerables al paso del tiempo y al
vandalismo humano. Me sorprendió en Roma, me sorprendió en Atenas. Tesoros de
la humanidad desamparados.
A
los pies de la colina, se extiende el casco antiguo que acoge el barrio medieval
y renacentista. El Vieux-Lyon es Patrimonio Mundial de la Unesco. Animadas
callejuelas con palacios medievales y renacentistas, iglesias, restaurantes
repletos de turistas, jardines apartados, pasadizos escondidos, museos de
miniatura. En esta zona, destaca la catedral de Saint Jean, la Casa Thomassin,
el Jardín de Rosa Mir, la casa Gadagne, el Palacio Saint-Jean.
Y también hablan de un pasado sindicalista, anarquista y comunista que protagonizó grandes revueltas en el siglo XIX, especialmente luchando por los derechos de los trabajadores y contra los avances técnicos que substituían a las personas por máquinas. No en vano, la palabra “sabotaje” proviene de Lyon, derivada de los “sabots” que eran los zuecos de los trabajadores que lanzaban a las tejedoras mecánicas para inutilizarlas. Se trata de unas protestas que se enmarcan en el Ludismo, surgido en la industria textil de Gran Bretaña a principios del siglo XIX.
Otro momento histórico duro pero glorioso que habla de esta ciudad rebelde y luchadora nos traslada a la II Guerra Mundial. Merece la pena visitar el CentroHistórico de la Resistencia y la Deportación situado en el antiguo edificio de la Gestapo. No en vano, Lyon fue conocida como la capital de la resistencia durante la II Guerra Mundial.
Otras
joyas de Lyon
En
Lyon nació el cine y el guiñol, que tienen sus respectivos museos. El lugar que
vio nacer a los hermanos Lumière fue también donde se gravó la primera película
de la historia “La salida de los obreros de la fábrica”. Y es también la ciudad
natal de Antoine de Saint-Exupéry, aunque su presencia mínima. Sólo una estatua
en la plaza Bellecourt que no supimos encontrar.
Otra
visita para relajarse después de tanto recorrido histórico es acercarse al Parc
de la Tête d’Or que acoge un zoo y un jardín botánico, completamente gratis. Allí
está situado el lema “Only Lyon” que con acierto se ha inventado la Oficina de
Turismo jugando con las letras de la ciudad.
En el parque pueden hacerse fotos con las letras, al estilo del mismo
juego que existe en Amsterdam.
Las
compras pueden ser otra razón para visitar la ciudad. Evidentemente, Lyon
también tiene una cara comercial situada sobre todo en los alrededores de la
plaza Bellecourt y de la plaza del Ayuntamiento.
Y
para los amantes de la fotografía Lyon también les tiene reservado una cita. Al
atardecer el sol se pone por encima de la catedral que se perfila afilada y
oscura sobre un cielo encarnado que parece anunciar el fin del mundo. El Ródano
a sus pies refleja todos los colores que nos regala el ocaso. Es un espectáculo
que dura unos diez minutos, y donde uno puede volverse loco haciendo fotos
porque cada instantánea es diferente a la anterior, cada segundo el color de la
tarde es diferente.
Sin
duda, Lyon ofrece también uno de los mayores placeres, el de la gastronomía. Si
Francia es uno de los lugares donde mejor se come del mundo, Lyon es la cuna de
la cocina francesa. Así que se puede dar un homenaje al paladar en uno de los
múltiples bistrots, llamados Bouchon, y a precios bastante asequibles. Y
acompañado por vinos excelentes.
Algunas
informaciones prácticas
Apenas
a unas horas en tren (y TGV) y un par de horas en avión de Barcelona, y con
vuelos de low-cost muy asequibles. Eso sí, el aeropuerto es uno de los más
inaccesibles y complicados en los que he estado. Si llegas un poco justo de tiempo, puedes
perder el vuelo del tiempo que necesitas para recorrerlo.
Cualquier
fin de semana es apropiado para hacer una escapada a Lyon. Pero si se prefiere
alguna fecha especial, lo más recomendables es hacerlo en el puente de la
Purísima para la Fiesta de las Luces. La
noche del 8 de diciembre toda la ciudad se ilumina. Edificios, puentes, todos
los habitantes ponen farolillos en las ventanas. Se trata de una antigua
tradición para dar gracias por haberse salvado de la peste en el siglo XX.
Aunque originariamente esta costumbre sólo tiene lugar la noche de la Purísima,
por el éxito turístico que ha tenido suele extenderse algunos días. Eso
significa que a pesar de ser una oportunidad para ver la ciudad vestida con sus
mejores galas, no es precisamente la fecha más tranquila para conocer Lyon.
Para visitar la ciudad de la mano de un habitante de Lyon, se puede recurrir a un servicio de guías turísticos voluntarios. El Lyon City Greeters. Sólo has de informar de cuándo vas a la ciudad, cuántas personas sois, qué tipo de visita te interesa y los idiomas en qué podrías hacerlo, y te ponen en contacto con alguien que se adapta a esas condiciones y te propone una cita para empezar la visita.
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