Con un retraso de 3 horas llegamos por la noche a Cancún. Nos alojamos en un apartamento en el centro del pueblo. Por la mañana, dedicamos el tiempo para ir al supermercado, comprarnos tarjetas de móvil para tener Internet en el teléfono y hacer acopio de comida para los próximos días. Y camino a la estación de autobusos para tomar el autocar ADO rumbo a Tulum.
Al llegar
llueve, encontramos nuestro sencillo hotel a dos calles de la calle principal,
en un lugar en frente del mercado con montones de perros vagabundos. El pueblo es muy turístico,
masificado, sin ningún encanto. Cenamos
en un bar de burritos que tienen burritos de arroz sin gluten. Hace mucha calor,
humedad y moquitos.
Al día siguiente, tomamos un colectivo y vamos de pie hasta la zona
arqueológica de Tulum.
Tulum fue una antigua ciudad maya amurallada. Se cree que fue un importante
centro de culto del Dios descendente. Tuvo importancia en las rutas comerciales
marítimas y terrestres. Tiene el encanto de estar construida al borde del
acantilado con las aguas cristalinas del Caribe en el horizonte. Vemos el
Castillo, el Templo del Dios Descendiente, el Templo de los Frescos con muros
decorados. Pasamos también por el Parque Nacional que incluye preciosa playas
paradisiacas. Volvemos andando bajo un sol abrasador para buscar el colectivo y
al final cuando pasa lo hace en sentido contrario pero nos subimos igual con
tal de huir del sol abrasador de las 2 de la tarde sin una sombra donde
guarecernos.
Cenamos en un sitio de tacos. El número de picadas en nuestras piernas va aumentado.
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