diumenge, 26 d’octubre del 2025

Camino de regreso desde Dolomitas con paradas en Briançon y Montpellier

Decidimos emprender el camino de regreso porque el tiempo amenaza con volver a empeorar, aunque nos da pena dejar el agradable cámping en Dolomitas donde estamos tan cómodos.

Volvemos a tomar  la autopista que recorre el Lago di Garda, pasamos cerca de Bérgamo, seguimos hasta Milán, dejamos atrás Turín y cruzamos la frontera francesa. En este caso, hemos decidido hacer el recorrido de vuelta por el interior para no repetir el mismo camino. El paisaje con los Alpes de fondo es precioso. También dejamos atrás las autopistas para tomar carreteras de montaña, que pueden ser muy bonitas hasta que te encuentras detrás de un tráiler que transporta camiones subiendo un puerto de montaña.

Primera parada. Briançon, ciudad fortificada

Al mediodía llegamos a Briançon, nuestra parada para pernoctar en mitad del camino. Se trata de una pequeña y encantadora ciudad fortificada, construida por Vauban a finales del siglo XVII. Encaramada en lo alto de un piso rocoso con unas vistas espectaculares de los Altos Apeles, en medio de un entorno natural impresionante desde donde se divisa  todo el valle y las montañas, rodeada de un sistema de fuertes, se dice que es una ciudad inexpugnable. De hecho, a 1.326 metros de altitud sobre el nivel del mar, es la ciudad más alta de Francia. Además, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Visitamos la ciudad tomando el autobús que parte de la misma puerta del cámping y nos deja en la última parada en lo alto de la ciudad. Paseamos por sus  murallas y calles empedradas, que precisamente están de celebración con personas vestidas de época y cantando canciones antiguas.

El cámping es económico, como acostumbra a pasar en Francia, pero es bastante caótico. No hay demasiado control a la entrada y no hay parcelas asignadas, así que te pones donde quieres, con el riesgo de perder tu plaza al volver. Y como no están señalizadas todo el cámping es un desorden. Los servicios son también muy justitos. Sin embargo, pasamos por una zona comercial a 10 minutos del cámping andando y compramos para la cena. Por la noche está todo tranquilo.




Gastos de esta etapa

Cámping Le 5 vallée en Briançon 42 euros con electricidad.

Gasolina. 70 euros

Peajes. 17 euros, 5 euros, 10,2 euros, 3 euros, 1,5, 7, 4.

 

Parada 2 Montpellier

Seguimos el trayecto hasta casa y nos cruzamos con un atasco terrible cerca de Nîmes, así que decidimos tomar otro camino. No acabo de entender por qué se forman tantos atascos en Francia. Llegamos a Montpellier y nos alojamos en un hotel cerca del centro donde podemos dejar el coche.

Estuve en Montpellier hace años y tenía muy buen recuerdo, pero esta segunda visita ha superado la anterior. Hicimos una vista guiada fantástica.

La más roja de las ciudades de Francia, que tiene la mayor zona peatonal y más carriles bici. Elegante, sofisticada, pero también alternativa y bohemia, universitaria, con arte callejero cada esquina. Sabía, alegre, con trampantojos, iglesias convertidas en museos, el peregrinaje de San Roque y su perro, cuna de Jaime I, con su barrio judío, su barrio de la corona de Aragón, la catedral fortaleza, una de las universidades más antiguas de Francia y el jardín botánico más antiguo.


El hotel estaba limpio, en una zona tranquila, a 5 minutos del centro, nos dejaron dejar el coche, aunque la habitación era justa y la puerta del baño de cristal transparente al lado de la cabecera de la cama no era lo más íntimo del mundo. 

Había mucha gente en los bares y restaurantes y no encontramos dónde cenar, así que cenamos en el hotel con comida que ya teníamos.

La vuelta fue un poco susto con el precio de los peajes

Gastos de esta etapa

Peajes: 14, 8 + 9,4+ 1,5+9,1+22,3 (este último el de Montpellier hasta la frontera)

Hotel 87 euros Hotel Du Parc


diumenge, 19 d’octubre del 2025

Dolomitas, al margen de los sitios más masificados y turísticos

Años llevo queriendo visitar Los Dolomitas, y varias veces este año hemos estado a punto de abortar la misión. Un par de meses antes del viaje, de pronto, descubrimos que todos cámpings en las zonas más imprescindibles están llenos. Las alternativas de hotel, pensión, albergue, apartamento o también estaban llenas o eran un disparate de precio.  Dudamos si pensar una alternativa de viaje, pero la idea era hacer un viaje que combinaran ciudades, arte, historia con excursiones y naturaleza. Y haciendo el norte de Italia, era un bombón difícil de desaprovechar. ¿Cuándo íbamos a volver a estar tan cerca en coche y con tantos días por delante?

Además, la zona es tan extensa que nos costó mucho poner foco para seleccionar la ruta que queríamos hacer. Leíamos blogs, veíamos vídeos de viajeros en Youtube, amigos y conocidos nos compartían sus rutas, incluso teníamos una guía entera de Lonely Planet sólo de Dolomitas. Demasiada información no hacía más que dispersarnos más. Cuando ya logramos centrarnos y escoger nuestra ruta, o no había cámpings o eran cámpings que no aceptaban reserva. Podemos pasar varios días sin pernoctar en un cámping en un plan más de paseo, pero no tenemos ducha en la furgoneta y después de excursiones por la montaña conviene ducharse antes de meterse en la cama, ¿verdad? Al final decidimos ir a la aventura, y a ver qué suerte teníamos improvisando.

Al final, nuestra ruta era subir desde Padua hacia la zona de Cortina d’Ampezzo y allí visitar el Lago Sorapis, la cascada de Fanes y Tre Cime. Luego desplazarnos hacia 5 Torri, después subir a la Marmolada y acabar viendo el lago Carezza. En total, 5 o 6 días.

Sin embargo, a veces las cosas cambian.

Cambio de planes y ¡un acierto!

El día antes de salir camino de Dolomitas nos llegan alertas a móvil de tormentas eléctricas en la zona. Dudamos, valoramos, damos vueltas, estamos a punto de anular de nuevo esa etapa dl viaje. Decidimos hacer un noche más en Padua y esperar a ver cómo evoluciona el tiempo. No mejora. Ir a alta montaña con alertas de tormentas eléctrica no es lo más prudente. ¿Hacemos montaña cuando lleguemos a Francia? ¿Hacemos montaña al cruzar los Pirineos? Entonces optamos por visitar una zona de Dolomita que no está en las rutas más turísticas y masivas pero sigue siendo Dolomitas. En este caso, Dolomitas de Brenta, que también está reconocido por la Unesco. Es la zona que está encima del Lago di Garda y cercana a Trento. Y ¡oh, sorpresa! Encontramos un cámping con plazas disponibles, que se puede reservar y bien de precio. Y más sorpresas, los supermercados tienen precios asequibles, la gasolina se puede pagar sin pedir un préstamo y no hay que hacer cola para ir de excursión por la montaña. Mientras, nos iban llegando imágenes en Instragram y en los informativos italianos de la saturación de las zonas más turísticas de Dolomitas con colas interminables para los teleféricos. Así, que acertamos con nuestra elección.

El cámping está en un pueblo que se llama Pietramurata, a 20 minutos del Lago di Garda y a 30 minutos de Trento. Se llama Pietramurata porque el mismo cámping está a los pies de una montaña de piedra lisa increíble desde dónde se lanzan en parapente nuestros vecinos de cámping. Es un lugar encantador, tranquilo, con familias, y jóvenes deportistas pero muy sanos y civilizados, así que decidimos quedarnos más días y explorar la zona.

La maravilla de Los Dolomita

“La obra arquitectónica más bonita del mundo”, así definió el arquitecto Le Corbusier a Los Dolomitas, la legendaria cadena montañosa de los Alpes orientales, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. 140.000 hectáreas que ofrecen un espectáculo de color y forma majestuosas. Están hechas de una roca llamadas Dolomita, en honor al naturalista francés Déodata de Dolomieu que lo descubrió en el siglo XIX. Antes se llamaban “montañas pálidas”  por el color que genera esta roca.

La región de Trentino -Alto Adige ha tenido una importante influencia austriaca y alemana, estuvo en manos de los Habsburgo desde 1363. Tras la I Guerra Mundial, se la anexiona Italia completando así su “Reunificación”. Sin embargo, la población de la zona que lleva cientos de años sintiéndose austriaca no se siente parte de esa nueva Italia. Las tensiones con la población, que es mayoritariamente germanoparlante o hablan un dialecto que se llama ladino, son constantes. En los años 60 y 70  la cuestión identitaria se intensifica y se producen acciones terroristas. Finalmente, la región obtiene un estatuto especial de autonomía en 1972 que incluye el respecto y fomento de la lengua.

Rutas por Los Dolomitas

Lago Toblino. El mismo día que llegamos hacemos una pequeña ruta que empieza en el pueblo de al lado del cámping (Sache) que da la vuelta al lago Toblino con vistas a su romántico castillo que parece situado en medio del agua. Una ruta fácil que tiene una variante para rodear el lago que hay a continuación, el Lago di Santa Massenza. Fácil si no te pierdes al volver y acabas montaña a través.

Por la tarde visitamos San Lorenzo Dorsino, que supuestamente es uno de los pueblos más bonitos de Italia, pero además de las impresionantes vistas, el pueblo no nos parece destacable.

Madona di Campiglio. Llueve al levantarnos, dudamos, pero decidimos hacer el camino de 1h en coche hasta un poco más allá de Madona di Campiglio. Deja de llover al llegar a Campo Carlo Magno donde se inicia una ruta que nos lleva ascendiendo a un precioso lago rodeado de altas montañas y carteles que informan de la presencia de osos. El camino de ida lo hacemos solos, el de vuelta nos cruzamos con 15 o 20 personas en un par de horas.


Trento. A la tarde tomamos el autobús que pasa por delante del cámping y en 30 minutos estamos en Trento. Es una ciudad pequeña, bonita, con antiguos palacios de fachadas pintadas, una enorme plaza con un conjunto espectacular: la fuente, la torre cívica, el palacio pretoriano y la catedral donde en 1212 se celebró el famoso concilio que cambió el curso de la historia.

Selva di Val di Gardena. El único día que la previsión meteorológica anuncia buen tiempo lo aprovechamos para hacer una escapada hacia la zona más famosa de Dolomitas. Es 1h30 de coche hasta la zona más cercana. Así que optamos por una excursión que sale de Selva di Val di Gardena. A medida que vamos avanzando por el valle y pasamos Ortisei, Santa Cristina, el tráfico se intensifica. Cuando llegamos al punto de inicio de nuestra ruta en un camino empinado ya no queda aparcamiento. Un poco perdidos, finalmente optamos por aparcar en un párquing en el centro del pueblo y subir al punto de inicio de la ruta en autobús, pero nos equivocamos de autobús y nos pasamos una hora dando vueltas por los pueblos de la zona sin que el conductor nos oriente. Al volver a la parada de inicio ya se ha hecho demasiado tarde, preguntamos en la oficina de turismo por una excursión que empiece en el mismo pueblo y hacemos la Vallunga que recorre andando una valle entre impresionantes montañas. Es un paseo fácil, familiar, agradable. A media que avanza el día hay más gente y los teleféricos se llenan de colas. Regresamos al cámping.


Lago di Molveno
. Alargamos un día más nuestra estancia en Dolomitas y hacemos una ruta circular de Andalo al Lago di Molveno que lleva varios años ganando el premio al lago más bonito de Italia. Es también una ruta fácil, familiar, y el lago es una verdadera preciosidad.  Como es el último día decidimos despedirnos del país comiendo una pizza. En un pueblo cerca del cámping, donde entramos a tomarnos un café en nuestra primera ruta, hay un restaurante Il giardino delle Spiezie donde tienen pasta y pizzas sin gluten.

Gastos de esta etapa

Cámping Daino en Dolomitas. 83€ tres noches. Aunque luego pagamos una noche extra.

Peaje Padua – Dolomitas. 10,4

Peaje Trento – Bolzano. 4,8 ida y 4,8 vuelta

dissabte, 11 d’octubre del 2025

Véneto. Descubrir Padua y regresar a Venecia. Y un bonus track con Vicenza


Siguiente etapa: Región del Véneto, con campamento base en Padua.

Apanas una hora y media de coche separan Bolonia de Padua, que elegimos porque está apenas a 25 minutos en tren de Venecia y nos parecía la forma más fácil para evitar acceder en coche a una ciudad tan masificada.

Y Padua fue un auténtico descubrimiento, uno de los mayores del viaje, tanto que decidimos quedarnos una noche más.

Es una ciudad universitaria encantadora, con bonitas calles y animadas plazas y un ambiente muy vital y alegre.  La Universidad de Padua de 1222 es una de las más antiguas de Italia, y este hito la convirtió en uno centro de conocimiento y cultura. Es muy agradable pasear por sus calles, visitar el baptisterio de San Giovani al lado de la catedral, y detenerse en sus bellísimas plazas como la Plaza delle Erbe y la Plaza de la Fruta con hermosos edificios como el Palazzo della Regione que se asemeja a un barco, así como la Plaza  dei Signori donde destaca la torre del reloj del siglo XIV.

Sin duda, recomendaría Padua para una visita. Pero además de la proximidad a Venecia, Padua también es un lugar de parada destacable si quieres visitar la capilla degli Scrovegni de Giotto, una de las joyas de la corona del viaje. Se trata de un espacio impresionante, conocida como la Capilla Sixtina, pero de menor dimensión (unos 1.000 m2) pero también más accesible para admirar las pinturas. Giotto pintó esta capilla en apenas 855 días entre 1302 y 1305, son considerados una de las obras maestras del arte occidental, un punto de inflexión en la historia de la pintura. Giotto, con su innovador uso de la luz, el color y la representación de emociones humanas sentó las bases para el arte renacentista. Están representadas escenas de la vida de Cristo, y podemos ver el que se considera el primer beso en la boca de la pintura, en este caso entre los padres de la virgen María, pero también vicios y virtudes y el juicio final. La capilla fue encargada a Giotto por Enrico Scrovegni, que se cuenta que era un  hombre muy rico pero muy déspota que de hecho aparece en el infierno de la Divina Comedia de Dante. Enrico está enterrado en el altar de al capilla.

Las entradas se agotan fácilmente y hay que reservar con antelación, se entra en un número reducido de personas por turnos. La entrada también incluye la visita al museo cívico de al ciudad.

La capilla se encuentra en el centro de la ciudad en un espacio excepcional en la plaza Eremitani entre las ruinas del anfiteatro romano, donde también se encuentra la iglesia degli Eremitani que da nombre a la plaza. Aunque perdió la mayoría de sus frescos en un bombardeo en la II Guerra Mundial, es un lugar de una solemnidad impresionante.

Pero Padua nos deparaba una preciosidad más. Nos acercamos a visitar la Basílica de San Antonio de Padua, que me hacía especialmente ilusión ver puesto que mi familia materna es muy devota de este santo. Se trata de ese tipo de santo familiar que casi forma parte de la familia, al que mi madre, tías, abuelas ponen velas constantemente ya sea en casa (siempre hay figuras y representativas en casa) o en la catedral. Así, que para mí fue emocionante poder ponerle una vela esta vez a San Antonio de Padua de verdad, puesto que es donde está enterrado. Descubrimos que además de mi familia, es un santo muy venerado y que la basílica es un lugar de peregrinaje (existe un camino de Sant Antonio para hacer a pie). Yo desconocía su importancia, pero es una de las iglesias más grandes del mundo visitada por 6.5 millones de personas cada año. Así que efectivamente había muchas personas rezando, haciendo peticiones y realizando ofrendas en la tumba del Santo. Está también la Capilla de las Reliquias de San Antonio que es un lugar, cuanto menos curioso, que a mi siempre me genera un poco de extrañeza.  Además del valor espiritual del lugar, la Basílica es impresionante, tanto por fuera como por dentro. Un imponente edificio de ocho cúpulas sin un estilo preciso, pero con influencia bizantina y el interior es gótico con bellísimas capillas altamente decoradas. Los frescos de la basílica han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.

El camino desde la capilla de Giotto hasta la Basílica de San Antonio es casi en línea recta y si seguimos la calle acabamos en otro sitio sorprendente: el Prato della Valle. Se trata de la plaza más grande de Italia y una de las más grandes de Europa. Una enorme esplanada ajardinada atravesada por un canal que está recorrido con estatuas. La plaza está rodeada de palacios y pórticos. Hay una estupenda heladería portuguesa en una de las calles que van a parar a la plaza. En el Prato della Valle encontramos también la Basílica de Santa Justina de Padua.

Como nos quedamos más días de los previstos, tuvimos tiempo de pasear y volver a recorrer algunos lugares de esta hermosa ciudad.

Elegimos un alojamiento cerca de la estación y está vez acertamos con la distancia, y que tuviera aparcamiento vigilado para poder dejar la furgoneta. Resultó ser un antiguo hospital o residencia hospitalaria transformada en hotel que podías intuir por las dimensiones del ascensor, la recepción con la forma de la zona de enfermería, la sala de espera convertida en office, las puertas batientes  para dar acceso a los pasillos y la distribución de las habitaciones. Era un lugar sencillo, económico y tranquilo, únicamente echamos de menos algunos temas como tener nevera en la habitación o que al menos no se apagara la electricidad al salir de la habitación, desconectando también nuestra nevera portátil. También tienen un servicio de recepción muy limitado, sólo por las tardes. El hotel estaba en un barrio residencial de clase humilde.

 Regreso a Venecia

Tomamos el tren a primera hora y media hora llegamos a la estación de Santa Lucia de Venezia. Y nada más salir de la estación ya te inunda la belleza. Giraría en redondo embelesada, no pararía de hacer fotos, porque cada calle, cada callejón, cada rincón, cada fachada, me parecen un maravilla. Sí, hay mucho turismo (obvio!! No estábamos nosotros también allí, nadie quiere perderse esta ciudad!), es una ciudad laberíntica donde te desorientas con facilidad, todo es caro y turístico pero es un lugar que hay que visitar. Sin ser una de mis ciudades preferidas, sí que creo que posiblemente sea la ciudad más bonita del mundo. Pese a la masificación turística y los envites del tiempo y el clima, esta antigua potencia comercial y marítima se ha mantenido como en su época de esplendor. Es como un viaje en el tiempo.

Ni que decir que tiene que esta vez disfruté la ciudad mucho más que la anterior, cuando hacía frío porque era invierno, llovía y mi compañera de viaje se puso enferma y tuve que explorar sola la ciudad. También es cierto que el calor hizo estragos  y tuvimos un momento de casi desfallecimiento que tuvimos que refugiarnos en la Basílica de la Salute un rato.

En esta ocasión también tuve la oportunidad de visitar la Catedral de San Marcos por dentro, que no lo había hecho la vez anterior. Compramos las entradas allí mismo en la cola de la catedral. Si el exterior es una maravilla, el interior no se queda corto. Me pareció una preciosidad. Eso sí, al revés del disfrute que tuvimos en la catedral de Siena de poder recorrerla a nuestro ritmo y recrearnos, en la catedral de Sant Marcos el recorrido está marcado y no puedes detenerte demasiado en los detalles.

También vivimos algunos momentos curiosos, propios de la explotación privada de la ciudad, como unas personas de seguridad que llamaban la atención a cualquiera que se sentara en el suelo y en un escalón de la plaza de San Marcos. Si querías descansar tenías que hacerlo en una terraza, pagando esos precios abusivos que imaginamos.

Regresamos a media tarde callejeando hasta la estación y en media hora estábamos en el hotel para descansar del intenso día.

Un cambio de planes nos lleva a Vicenza

En nuestros planes nos tocaba emprender la ruta hacia Dolomitas. Sin embargo, la previsión del tiempo anunciaba alerta de tormentas eléctricas.  Después de muchas dudas, consultas, incertidumbres, decidimos quedarnos un días más en el hotel-residencia de Padua para esperar a ver cómo progresaba la previsión del tiempo. Dudamos entre visitar Verona y finalmente, y en previsión también de lluvias en la zona, decidimos ir a Vicenza que está apenas a 17 minutos en tren de Padua.

Una amiga profesora de historia del arte nos había recomendado acercarnos a esta casi desconocida ciudad que ¡oh sorpresa! es patrimonio de la Humanidad (¿Cómo todo en Italia?). Vicenza es conocida especialmente por las obras de Andrea Palladio, el creador de la arquitectura Palladiana, uno de los exponentes más conocidos es la Casa Blanca en Estados Unidos. 

En Vicenza puedes visitar también el teatro romano, máximo exponente del estilo palladiano, obra maestra del Renacimiento y el mayor teatro cubierto del mundo. Pero tengo que confesar que nosotros, optamos ese día por pasear y callejear y no dedicarnos a visitar monumentos. Además era día de mercado en Vicenza, un enorme mercado que iba recorriendo sus plazas y calles y al que fuimos siguiendo en nuestro recorrido. El mercado acababa en la plaza dei Signori, muy bonita y con hermosos edificios que quedaban ensombrecidos con las paradas del mercado.

Fue un día agradable, tranquilo, que también nos sirvió para recuperarnos de la intensidad de visitas de los días anteriores.

Regresamos a Padua a media tarde y aprovechamos para volver a pasear y comernos un helado.  Al anochecer tomamos una decisión sobre nuestra siguiente etapa: Dolomitas.

Gastos

Hotel de Padua. Casa di Accoglienza Lucia Valentini Terrani. 69 euros la noche habitación doble

Entradas a la capilla degli Scrovegni 16€ persona

Entradas a la Catedral de San Marcos. 10€ persona

Tren de Padua a Venecia ida y vuelta: 9.8€ persona

Tren a Vicenza ida y vuelta: 9,8€ persona

Peaje de Bolonia a Padua: 8,7€

 

dimecres, 24 de setembre del 2025

Las deliciosas ciudades de Emilia Romagna: Bolonia, Ferrara, Módena y Rávena

Dejamos la Toscana y salimos de Siena de buena mañana para dirigirnos a una nueva región, Emilia Romagna. En un principio, cuando preparamos el viaje, nuestra intención era atravesar sólo esta zona camino de Venecia, pero cómo pasar cerca de lugares tan relevantes sin detenerte. Al final, se acabó convirtiendo en una etapa destacada del viaje.

Tomamos Bolonia como punto neurálgico para movernos por la región, igual que hicimos con Siena en la Toscana. En este caso, decidimos que vamos a desplazarnos principalmente con tren, así que priorizamos estar cerca de la estación central de Bolonia. Los cámpings de los alrededores no están demasiado bien comunicados, así que optamos por un hotel a las afueras de Bolonia pero que tuviera párquing. Estaba cerca de la autopista, al lado del hospital y en un barrio de gente trabajadora, alejado del turismo y de la zona de estudiantes. Alejado del centro, también. Y es que al final, no calculamos demasiado bien y el objetivo de estar cerca de la estación en la práctica se concretó en un camino andando de 40 minutos. Teniendo en cuenta que el centro de las ciudades que visitamos también estaban a una cierta distancia andando de la estación de tren, puedo asegura que esos días en Emilia Romagna andamos muchos quilómetros.

Emilia Romagna no es tan turística como otras zonas y cuidades de su alrededor. A 2 horas de ciudades como Milán, Florencia, Venecia. Tampoco está tan masificada. Y sin embargo, tiene una riqueza cultura y artística, un patrimonio histórico que es una maravilla, un auténtico viaje en el tiempo que te hace pasear con la boca abierta.

Bolonia, universitaria, roja y gula


Regresé a Bolonia apenas unos meses después de mi anterior visita, donde ya me encantó la ciudad. En aquel caso era noviembre y hacía un frío atroz. Ahora en verano el calor también es insoportable. Posiblemente, la ciudad donde más calor hemos pasado de todo el viaje.

A Bolonia la llaman la docta, porque acoge una de las universidades más antiguas del mundo donde estudiaron ilustres pensadores, científicos, escritores. La antigua sede de la Universidad se puede visitar. Se trata del Palacio del Archiginnasio del siglo XVI donde puedes recoger de forma gratuita los pasillos del claustros profusamente decorados con escudos. Hoy en día sigue siendo una de las ciudades universitarias más grandes del mundo.

Bolonia también es la grossa, porque es la cuna de una riquísima gastronomía. Se puede degustar por ejemplo en el Cuadrilátero, unas  zona de callejuelas llenas de bares. Me sorprendió la primera vez la gente tomando un aperitivo con su Aperol y una tapa de mortadela.

Bolonia también es la rossa por el color rojizo de sus calles medievales porticadas, pero también porque es la ciudad más de izquierdas de Italia. En las parades de la Piazza Maggiore podemos ver las fotos, nombres de los partisanos muertos en el movimiento de resistencia contra los nazis en la II Guerra Mundial, también banderas palestinas en el Ayuntamiento que está en el Palazzo Comunal. En realidad, la Piazza Maggiore es el corazón de la ciudad y una de las plazas más bonitas y fascinantes que he visto. Puedes girar 360 grados y todo son maravillas a tu alrededor. Presidida por la fuente de Neptuno, la Basílica de San Petronio, el Palacio Enzo.

Otro rincón encantador de Bolonia es el conjunto de las 7 iglesias de Santo Stefano y admirar las diversas torres que se conservan, de las más de un centenar que tenía la ciudad.

Para comer, repetí en un restaurante con un precio asequible y una amplísima variedad de pasta y pizza sin gluten. Nicola’s.

Ravena, joya de arte bizantino y paleocristiano

Completamente desconocida para mí, Ravena ha sido uno de los grandes descubrimientos de este viaje. Tampoco sabía que había sido capital del Imperio Romano de Occidente en tres ocasiones, y por eso, conserva un patrimonio romano y bizantino impresionante.

Apenas a una hora y cuarto en trayecto en tren desde Bolonia, llegamos a Ravena. Es una ciudad tranquila, apacible, de calles amplias, luminosas, blancas, con un compacto centro muy bien conservado. Visitamos la tumba de Dante, que murió en esta ciudad donde estaba refugiado en casa de una familia amiga tras su exilio forzoso de Florencia. Pero la joya de la corona de Rávena son sus mosaicos. Los diversos edificios y monumentos paleocristianos de la ciudad y sus mosaicos son patrimonio de la Unesco. Y son una auténtica maravilla.

La precisión, la belleza, los colores, de unos mosaicos del siglo IV.

Con una entrada única de apenas 12 euros tienes acceso a 5 monumentos. El batisterio neoniano (o de los ortodoxos) del siglo IV con mosaicos maravillosos, las joyas del Museo Arzobispal, el Mausoleo de Gala Placidia construido por el emperador Honorio en honor de su hermana, la impresionante Basílica de San Vitale, obra maestra del arte paleocristiano y bizantino. Y finalmente, la basílica de Sant’Apollinare il Nuovo.

Eso sí, no hay mucha oferta de restauración, y menos sin gluten. Dimos algunas vueltas bajo el sol buscando un sitio donde comer y al final encontramos un fantástico sitio donde hacían Brunch con opción sin gluten.

Módena y Ferrara, preciosidades medievales y renacentistas


Al día siguiente tomamos el tren a primera hora de la mañana y en 40 minutos nos plantamos en Ferrara, aunque había que andar un trecho hasta el centro.

Según una leyenda, Ferrara era una doncella troyana que escapó de la ruina de su patria y decidió fundar una nueva ciudad. El señorío de Ferrara vivió 3 siglos de riqueza y fortuna bajo el dominio de la familia del Este, que aún conserva su enorme e imponente castillo. Es una viaje en el tiempo pasear por sus callejuelas y plazas medievales con palacios renacentistas. La catedral debe ser preciosa pero estaba en obras.

Regresamos a Bolonia y comimos en un fast-food de la misma estación de tren para coger un convoy hacía nuestro siguiente destino: Módena. El año anterior, una huelga imprevista de tren truncó mis planes de visitar Módena, así que se había convertido en un reto conseguir visitar la ciudad. Y menos mal que lo volví a intentar. Con la boca abierta te quedas al llegar a la Plaza Grande y encontrarte con la Catedral y la Torre Ghirlandina, todo ello Patrimonio de la Humanidad.

Gastos

Hotel Maggiore Bolonia. 4 noches 2 personas. 260 euros

Entradas monumentos Rávena. 12 euros por persona

Tren a Rávena. 8 euros por persona/trayecto

Tren a Ferrara. 5 euros por persona /trayecto

Tren a Módena. 4,3 por persona / trayecto



diumenge, 14 de setembre del 2025

5 días en la Toscana

Tomando como centro base un cámping a las afueras de Siena, recorremos la Toscana durante 5 días.

Aprovechamos el recorrido desde la frontera con Francia, y sus túneles encadenados, hasta Siena para visitar dos de los lugares que teníamos marcados como imprescindibles: Lucca y Siena.


Lucca, la ciudad de las 100 iglesias.

Apodada la Ciudad de las 100 iglesias, fue una ciudad-estado conservó su independencia hasta el 1847.

Nos sorprende la asimétrica fachada de la Catedral de San Martín calleamos por sus encantadoras calles medievales hasta llegar a la preciosa plaza del Anfiteatro, que te sorprende a entrar por algunas de sus puertas. De forma elíptica, está trazada sobre el plano del anfiteatro romano del siglo II d.C. Llena de vida, bares, colores, música. Un lugar encantador para pasear y perderte por sus calles.

Pisa, de milagrosa belleza

Las típicas fotos turísticas haciendo bromas con la torre inclinada le han hecho un flaco favor a esta preciosa ciudad, que genera
ciertos reparos. Sin embargo, como ya la había visitado en el pasado, insisto en que vale la pena hacer esta parada en el camino. No nos arrepentimos.

Apenas 20 minutos de coche separan Lucca de Pisa. Intentamos en vano encontrar un aparcamiento gratuito que nos ofrezca cierta seguridad, porque todo lo que encontramos tiene restos de cristales en el suelo. Con la furgoneta cargada  y el incidente reciente que nos reventaron la ventana, preferimos no arriesgar y dejamos la furgoneta en un aparcamiento de pago vigilado a 5 minutos de la catedral y con un precio asequible (pagamos 2,5 euros por una hora).

Pisa como República Marítima que, durante mucho tiempo, fue la dueña indiscutible del Mediterráneo.

Y es que cuando entras en la Piazza dei Miracoli, nombre define perfectamente el lugar, te quedas maravillada de la concentración de tanta belleza. La amplia esplanada con su cuidado y brillante verde del césped donde contrasta el blanco de la piedra de los monumentos. Además de la famosa torre, es una preciosidad la catedral y el Baptisterio, que es el más grande del mundo, y el Cementerio Municipal.

Llegamos a Siena por la tarde y nos instalamos.

Siena y su maravillosa catedral

Aunque en las afueras el cámping está a poca distancia del centro de Siena. En la recepción nos informan de los horarios de autobuses, pero nosotros insistimos en ir andando. Luego entenderemos por qué. La distancia en sí no es mucha, pero sí el desnivel y la necesidad de ir haciendo zig-zag hasta llegar al centro.

Es primera hora de la mañana y la ciudad está casi desierta y  podemos admirar tranquilamente el centro histórico de Siena, que ha permanecido intacto durante siglos y se muestra hoy casi tal y como era en el siglo XIV.

Compramos una entrada combinada para visitar la catedral y los monumentos adyacentes por apenas 10 euros. Y es una de las mayores sorpresas del viaje.

La catedral de Siena es preciosa por dentro y por fuera, una de las más bonitas que hemos visto. Te impresiona al entrar pero luego cuando descubres todos sus detalles y tesoros en columnas, techos, las esculturas de Donatello, Miguel Angel, Bernini, la Biblioteca Piccolomini. Además estamos de suerte porque podemos admirar los impresionantes mosaicos del suelo que sólo se descubren en los meses de junio y julio. También visitamos el museo de la catedral y subimos a la Puerta del cielo, que iba a ser la nueva catedral que nunca se construyó desde la que hay una vistas preciosas.

Siena, vivió su mejor época durante los años de las guerras con la vecina Florencia, cuando competían por ver cuál era la ciudad más bella. De esa competición, nos beneficiamos todos. El declive de la República de Siena comenzó con la epidemia de peste 

Siena tiene una vida de barrio muy auténtica, donde la población se siente antes de sus 17 barrios que de su ciudad. La plaza principal es la famosa Plaza del Campo, en forma de concha, rodeada de elegantes palacios del siglo XIV y donde se celebra la famosa competición de caballos del Palio di Siena.

Comemos pasta sin gluten en un restaurante del centro y regresamos por el camino desnivelado al cámping para descansar un poco

Toscana norte, paradas en Volterra y San Gimignano

Después de descansar de un día sin conducir, volvemos a coger la furgoneta para recorrer la zona norte de la Toscana. En mitad del precioso paisaje toscanoVolterra se erige en lo alto de una colina. Aunque no es una población muy grande, entre sus murallas conserva casi 3.000 años de historia. Su origen se remonta a los etruscos, y tiene también restos romanos como un magnífico teatro. Además, ha mantenido el trazado medieval de sus calles y el legado renacentista.

Después de comer en un zona de pícnic a las afueras de Volterra, seguimos con nuestra siguiente parada.

Entre viñedos, campos de trigo y pueblos antiguos, aparece San Gimignano en el horizonte con sus torres esbeltas como el Manhattan de la Toscana. Ciertamente turístico, pero es que nadie quiere perderse esta joya.  Las plazas, las callejuelas, las fuentes y las 14 torres que se conservan son un paseo precioso. Nos tomamos un helado en la famosa heladería que gana cada año el primer premio de Italia.

Florencia

Madrugón para ir de Siena a Florencia en autobús saliendo desde el cámping. De Florencia, es imposible no volver a emocionarse ante la belleza de su catedral y asombrarse de la riqueza ecléctica de la Plaza de la Signoria con tanto arte desperdigado. Nos decepciona la catedral por dentro, después de hacer una larga cola al sol y visitamos aceleradamente los Uffici, confundidos con el horario de cierre. Paseo final con bocadillo de callos incluido.

Recorrido por el sur de la Toscana

Día reposado visitando pueblos de la Toscana, al sur de Siena. Empezamos por Montepulciano, nos detenemos en Pienza, patrimonio de la Humanidad, una ciudad creada por el Papa Pio II siguiendo el humanismo renacentista con preciosas vistas de la Toscana. Avanzamos hacia San Quirico d’Orcia y acabamos en Montepulcino.

Datos prácticos

Cámping en Siena. Cámping Siena Colleverde Muy recomendable. Limpio, tranquilo, con piscina, muy amables, precios económicos en el bar y cafetería.

Gastos

5 noches en Bungalow. 330

Entradas a los Uffici: 40 euros por persona

Autobús Siena -Florencia (ida y vuelta): 18 euros por persona

Entradas a la catedral de Siena (con entradas al museo y la Puerta del Cielo): 10 euros.



dilluns, 8 de setembre del 2025

Italia en furgoneta. Prólogo. Barcelona – frontera franco-italiana

Estuvimos valorando la posibilidad de llegar a Italia por otras vías, especialmente el ferry pero final era casi 24 horas de barco hasta Roma y con un precio de unos 400 euros sentados en una butaca, así que optamos por llegar por carretera. Son etapas inevitables, bastante perdidas, que intentamos aprovecharlas con alguna parada interesante pero sin invertir demasiado tiempo que nos desvíe de nuestro destino final. Así que salimos de Barcelona un domingo de buena mañana, paramos par llenar el depósito en la Junquera, y luego para comer en un área de servicio atestada de gente. No estábamos muy lejos de Nîmes, y nos desplábamos unos 20 minutos al dejar la autopista así que paramos para dar un paseo después de comer (y que le conductor echara una cabezadita). Dimos un paseo por el lado del anfiteatro que se conserva en tan buen estado, sus callejuelas, la catedral estaba en obras y nos acercamos hasta la Maison Carrée donde unos artistas callejeros representaban Julio César.

Construido en el año 16 a.C por Augusto, es un templo romano que se conserva intacto lleno de columnas. Tenía vívidos recuerdos de haber estado justo allí en junio de 2011 y había unas asambleas instaladas justo al lado de la Maison Carrée, contagios del 15M y  de la primavera árabe.


Volvimos a la carretera y no paramos hasta la frontera bordeando toda la costa azul. Era un paisaje nuevo para mí, precioso, que íbamos dejando atrás y admirábamos a nuestros pies desde la autopista que queda elevada. Cannes, Niza, Mónaco iban despareciendo de los carteles. Empecé a buscar un cámping, pero siendo esa zona tenía todo unos precios desorbitados. Al final encontré un pequeño y sencillo cámping, nada más cruzar la frontera y a 5 minutos de la autopista. La chica del cámping, muy amable, nos esperó porque llegamos a las 19.30, cuando cerraban a las 19h. Eran un cámping agradable, limpio, pequeño con 10 o 12 parcelas que nos costó unos 43 euros con electricidad y agua. Lástima de los mosquitos que nos acribillaron en la cena, era el inicio de una intensa relación del verano.

Cámping A bunda 

Gasolina desde Barcelona: 80 euros.

Peajes. Un montón... perdí la cuenta.


diumenge, 7 de setembre del 2025

18 días en furgoneta por el norte de Italia

Es curioso cómo, a veces, algunas personas sentimos que pertenecemos a un lugar donde no hemos nacido. El Mediterráneo, y más concretamente Italia, despiertan en mi esa sensación. Italia es la patria donde no nací. O tal vez viví en otras vidas. Para una apasionada de la historia, la cultura, la literatura, el arte, la belleza, Italia es una fuente inagotable de admiración.

 

El gran tour en furgoneta

En el siglo XVIII comenzó la tradición cultural conocida como el Gran Tour, según la cual los jóvenes de familias adineradas viajaban a Italia para contemplar la belleza del legado antiguo y así completar su educación y formación como personas. Italia se convirtió en lugar de culto y peregrinación. Como aquellos antiguos viajeros, nosotros hemos realizado un gran tour, pero de 18 días y en furgoneta en julio de 2025.

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  • Etapa prólogo. Frontera franco-italiana, en un cámping junto a la autopista.

  •             Primera etapa: Toscana. Con base en Siena, y visitando Lucca, Pisa, Florencia y algunos pueblecitos de la zona. Alojamiento en un cámping en Siena.
  •             Segunda etapa. Emilia Romagna. Con base en Bologna,  visitando Rávena, Módena y Ferrara. Alojamiento en un hotel en la periferia de Bologna.
  •             Tercera etapa. Veneto. Con base en Padua, visitando Venecia y Vicenza. Alojamiento en una residencia, que es un antiguo hospital.
  •             Cuarta etapa. Dolomitas, con base en un cámping cerca de Trento.
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    Epílogo
    . Viaje de vuelta con etapas en un cámping en Briançon y un hotel en Montpellier.

Cada día era una nueva maravilla, cada día con la boca abierta. Y eso que ya había visitado algunos de los lugares, pero ha sido precioso redescubrirlos. Catedrales, iglesias, plazas, callejuelas, museos, mosaicos, frescos, estatuas, palacios, puentes, ríos, lagos, montañas.

3.600 km sólo en coche, sin contar los quilómetros recorridos en tren y autobús (porque nos hemos movido mucho en transporte público) y andando (cada día hacíamos muchos quilómetros a pie). Trajimos también algún quilo de más, sobre todo de helados de pistacho, pasta, pizza (un paraíso para las intolerantes al gluten como yo!) y capuccinos y expresso machiato.

Uno de los mejores viajes de mi vida.

Coste total del viaje: 1.500 por persona