Conocemos la historia por las grandes gestas protagonizadas
por hombres que eran los que escribían las crónicas y los libros. Pero en todos
los tiempos, las mujeres también fueron tejiendo la historia, aunque de una
manera más silenciosa, discreta y poco reconocida, y a menudo liderando gestas
y batallas aún más heroicas. Algunas de esas proezas femeninas son las que nos
descubre la novela “Amor divino, amor profano” de Sandra Ferrer, una valiosa
obra para conocer el papel de la mujer en la Italia medieval, una época sobre
la que existe poca narrativa de ficción.
Y lo hace a través de dos personajes aparentemente
antagónicos pero con muchos elementos en común. La historia parte de dos amigas
muy unidas en la infancia y la adolescencia pero con caracteres y vocaciones
bastante opuestos. Mientras la pasión de una es la vida religiosa y contemplativa
para la otra es ser feliz con la persona que ama. Dos metas muy distintas pero
con un fuerte elemento en común: a ninguna de las dos les está permitido
alcanzarlas. Así pues, las dos amigas luchan contra los convencionalismos y
presiones familiares y sociales de aquella época, que no eran precisamente muy
permisivos, para perseguir sus sueños y poder dirigir sus propias vidas, un
afán tan legítimo pero tampoco corriente en aquella época, y mucho menos para
las mujeres.
Y aquí radica justamente uno de los grandes aciertos de la
autora, que mientras uno de los dos personajes es completamente ficticio, la
otra protagonista de la novela está basada en un personaje real: Santa Clara de
Asís. Ferrer supera con creces la osadía
de recrear la vida de Santa Clara de Asís, una mujer extraordinaria que
protagonizó la historia en nombre propio pero que apenas se conoce. Seguidora
de San Francisco de Asís que defendía la vida de oración, pobreza y trabajo,
alejándose de los fatos y riquezas de la jerarquía de la Iglesia, una Clara
adolescente huyó de su casa en Asís y abandonó a su familia noble y la vida
acomodada para seguir a San Francisco y sus preceptos. Así, fundó la orden de
la hermanas clarisas. Santa Clara de Asís fue además la primera y única mujer
en escribir una regla de vida religiosa para las mujeres, alejada de las reglas
tradicionales.
Sandra Ferrer recupera esta fascinante figura en su novela y
lo hace con toda la solvencia de una importante trayectoria en el campo de las
biografías históricas, especialmente en su lucha por recuperar y dar a conocer
a figuras femeninas a través de su bloc Mujeres en la historia y diversos
libros de ensayo como “Mujeres silenciadas en la edad media”, “Breve historia
de la mujer” o “Breve historia de Isabel La Católica”. En su primera obra de
ficción, Ferrer hace un muy meritorio el trabajo de investigación y
documentación para darle verosimilitud y rigor a la recreación histórica, pero
sin descuidar ni un ápice el ritmo narrativo, la caracterización de personales,
la emoción del hilo argumental y de los dos personajes principales. Con una prosa ágil y desprovista de artificio
por la que te deslizas sin darte cuenta, Ferrer nos va desgranando la vida
cotidiana de estas dos mujeres, sus sueños, pasiones, temores y luchas.
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