Artículo publicado en 2010 en Feminas.com
Es posible que a simple vista te parezca que
no puede haber nada más opuesto a la espiritualidad de la fe religiosa que los
terrenales placeres del paladar. Sin embargo, cocina y religión a menudo caminan de la mano, en incluso se apoyan
la una en la otra. Y precisamente en un momento con tanta diversidad cultural
puede resultarte fascinante acercarte a
los aromas y sabores de tus vecinos e incluso incorporar algunos de sus
platos y hábitos a tu dieta.
Cristianismo
El cristianismo es de las pocas religiones
que permite comer de
todo,
incluso la sangre (presente en alimentos como la morcilla), prohibida en casi
todas las otras, aunque censura la gula y restringe el consumo de carne durante
la Cuaresma. Algunos platos relacionados con la religión cristiana son las
torrijas de Semana Santa, los canelones en San Esteban, el pavo de Acción de
Gracias, el pudding inglés de Navidad, el panettone italiano, el roscón de
Reyes y la mona de Pascua.
Islamismo
El Corán establece unas leyes culinarias
respecto a alimentos, hábitos y rituales. Así, por ejemplo, los musulmanes no
acostumbran a comer carne de cerdo ni bebidas alcohólicas, así como animales
depredadores, de compañía o alimentos
que contengan alguna sustancia que no sea digerible por el cuerpo como
gelatinas, enzimas, emulgentes, conservantes y colorantes. Algunos
alimentos sagrados para el Islam son los dátiles y el cordero.
La
forma como son sacrificados los animales para el consumo también es muy
importante:
su muerte no debe ser violenta, a diferencia de lo que ocurre en algunas
tradiciones cristianas como la matanza del cerdo.
El Ramadán es la fiesta religiosa más
importante del mundo islámico que consiste, entre otros aspectos, en el ayuno
mientras haya luz del día. Existen además algunos rituales obligados a la hora de comer como lavarse las manos justo
antes para purificar cuerpo y espíritu.
Judaísmo
Es una de las religiones que más importancia
da a la alimentación como camino a la
espiritualidad. De hecho, el judaísmo contempla unas leyes (Kashrut) muy
estrictas enunciadas en los textos
sagrados para mantener limpios (kosher) los alimentos, que se dividen entre
puros e impuros.
ØImpuros serían por ejemplo el cerdo, el caballo, el
camello, el conejo, la liebre y las aves carroñeras. En general, aquellos
animales que se alimentan de carne o desperdicios.
ØPuros se consideran el cordero, la vaca, la cabra y las aves
de corral.
ØEn cuanto a los pescados, solamente son puros aquellos
que tienen aletas y escamas, dejando fuera de esta clasificación al rape, el
lenguado y el marisco.
Al igual que ocurre en la religión islámica,
el judaísmo trata los alimentos de una manera determinada: existe un proceso
exacto para sacrificar a los animales
con un cuchillo especial, se han de desangrar completamente y hay que lavar
la carne con abundante agua antes de cocinarla. Además, carne y leche nunca
deben cocerse juntas, y se sirven en diferentes vajillas.
Hinduismo
Existen también muchas reglas que marcan los
hábitos alimentarios de los hindúes. Por ejemplo, consideran que existen tres
tipos de alimentos:
Ø
Los
puros (sattvic), que aumentan la
longevidad, fuerza y salud, y serían aquellos jugosos y aceitosos.
Ø
Los
calientes (rajasic), que producen
dolor e infelicidad, y que corresponderían a los amargos, ácidos, calientes y
picantes.
Ø
Los
que producen intoxicación (tamasic),
que tienen mal olor y son indigestos.
Las comidas también son puras e impuras, y hay alimentos prohibidos y permitidos. Pero
en este caso, depende de la casta, sexo o edad de la persona que las come o
las toca. Por ejemplo, los brahams no pueden comer cebollas, ajos, puerros y
setas. Y como seguramente sabes, las vacas son sagradas y no se pueden matar.
Un plato
único con ingredientes de diferentes religiones
Afortunadamente, pese a que esta diversidad
culinaria permite que podamos disfrutar de una gran riqueza gastronómica, sigue siendo mucho más lo que nos une que lo que nos
diferencia. Débora Chomski, miembro
del Observatorio de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, asegura que
la mayoría de las religiones incluyen en sus dietas frutas, verduras, legumbres
y cereales.
Para
saber más
Chomski, Débora. La cocina sagrada.
Barcelona: Alba Editorial, 2009.
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