Empecé el año leyendo una
biografía de Mary Shelley que me permitió reencontrarme con su figura y su
época. Y conseguí leer la Odisea, en una versión comentada e ilustrada preciosa
que no puede evitar comprar cuando me la encontré en el mostrador de una
librería a la hora de pagar.
En realidad la Odisea
respondía a ese objetivo que me puse hacer un par de años de leer un clásico o
una de las grandes obras de la literatura universal, pero también al eje
temático que me ha llevado al mediterráneo oriental este año. Si el año pasado
me interesé por la literatura centroeuropea del periodo de entreguerras, en
este me he centrado en libros sobre Grecia, Turquía o Egipto. Cierto que
siempre ha sido un territorio y una época (el periodo clásico) que me ha
interesado mucho pero la semilla este año fue El infinito en un junco de Irene Vallejo
que ha sido uno de los libros que más impresión me han causado este 2021 y del
cuál he seguido muchos hilos, han salido muchos otros libros anotados para
leer. De ahí salté a otro libro de la misma autora, El silbido del arquero,
regalo de mi cumpleaños. A la afición por la zona, se le sumó la serie de televisón
The Durrell que como a casi todo el mundo que la ha visto imagino que te lleva
a soñar con un viaje a Corfú que espero hacer en un futuro próximo. A partir de ahí empecé en verano a
aventurarme en el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell leyendo Justine y
Baltasar, pero en una traducción en español de Sudamérica que costó seguir.
Esta Navidad me han regalado el Cuarteto entero en la preciosa edición de Proa
que espero disfrutar y seguir leyendo.
Antes de dejar de lado el
hilo Europa en periodo de entreguerras, leí “Una librería en Berlín”, la
correspondencia entre Herman Hesse y Stefan Zweig y “Viaje al pasado” de este
último autor, uno de mis escritores de cabecera. De hecho, me pedí de regalo de
Sant Jordi sus memorias “El temps d’ahir” que es uno de los libros que más me
ha influido en mi vida.
Otro de los caminos de
lectura de este año ha sido leer novelas en francés y en italiano para mantener
el idioma. Siempre y cuando sean obras que me interese leer. Así empecé el año
con “L’isola d’Arturo” de Elsa Morante, seguió con “Vol de nuit” de
Saint-Exupery, “Le piccole virtu” de la sempre impectable Natalia Ginsburg per
setmana santa, “Il giardino dei Finzi-Contini” de Giorgio Bassani a l’estiu y “Il
colibrí” de Sandro Veronesi a la tardor.
La poesía ha continuado
estando presente en este año. Evidentemente releyendo muchos poemas de manera
habitual a los que vuelves a buscar o descubrir un poema como Margarit, Luís García
Montero, Machado, Plath, Lorca o Benedetti. Pero también leyendo por primera
vez poemarios de otros autores como Szymborska que tal vez haya sido la lectura
más importante de este año que dejamos atrás. También leí la poesía completa de
Alejandra Pizarnik, un poemario de Sara Bueno y la antología de de Karmelo
Iribarren.
Otra de las principales
influencias a la hora de escoger mis lecturas son las recomendaciones y los
préstamos de mis amigas lectoras. Así siguiendo a mi amiga Eva leí “Les formes
de verb anar” de Jenny Erpenbeck, también una de las lecturas más apasionantes
del año y “la meitat evanescent” de Brit Bennett. Y por recomendación de
mi amiga Neus leí “Seqüela” de Rachel Cusk, también el Colibrí antes citado, “Un
lugar llamado antaño” de Olga Tokarczuk y “Hammet” de Maggi o’Farrell, otro de
las grandes lecturas del año que me llevó a derramar lagrimones en el metro.
“Hammet también formaría
parte de otro gran grupo de libros que son las novedades o las recomendaciones
que anoto de los programas de radio y televisión sobre libros que sigo. De esta
manera, he leído “Malahierba” de Manuel Jabois, “Las Maravillas” de Elena
Medel, “No diguis res” de Patrick Radden Keefe, “Otoño” de Ali Smith, “El don
de la siesta” de Miguel Ángel Hernández, “La otra guerra” de Leila Guerriero, “Simón”
de Miqui Otero, “Ordesa” de Manuel Vilas, “Un amor” de Sara Mesa y “Cara de pan”
de la misma Sara Mesa. De todos estos me quedo con las risas de la novela de
Jabois, la inquietud de Sara Mesa, las frases contundentes de Vila y el periodismo
de altura de Radden Keefe y Guerriero.
Una vez más, y como siempre, la literatura ha sido un asidero fundamental en mi vida en un año complicado y duro.
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