El rojizo de sus tejados, la blancura deslumbrante de sus fachadas medievales,
su perfil recortado sobre el azul de un mar salpicado de infinidad de islas
paradisíacas… todos los colores son
intensos en Dubrovnik. Caerás embrujada por la belleza plácida de esta
ciudad croata a orillas del Adriático.
Artículo publicado en 2009 en Feminas.com
“Todos
los que busquen el paraíso terrenal que vengan a visitar Dubrovnik”,
aseguró el dramaturgo George Bernard Shaw. Aunque en alguna ocasión, durante el
paseo por sus callejas empedradas, se te puede ocurrir que ese paraíso terrenal
está más cerca de las calderas del averno de lo que pensabas. Y es que en
Dubrovnik el calor es tan intenso como seguramente sólo puede serlo en el
infierno.
La ciudad deseada
Pese a su sofocante
temperatura, la arrebatadora belleza de esta ciudad patrimonio mundial de la UNESCO merece ocupar uno de los
primeros puestos entre las urbes más hermosas del mundo. Pero a menudo la
belleza despierta muchas envidias. Tal vez por eso son muchos los que se han
empeñado en destruirla. El intento, desgraciadamente logrado, más reciente fue
durante la guerra de los Balcanes:
los bombardeos serbios le infringieron graves daños, paliados por expertos de
todo el mundo que se trasladaron a la ciudad para recuperar su antigua belleza.
Hoy, Dubrovnik es la obra más compleja y extensa de reconstrucción del
patrimonio mundial.
En el transcurso de su
turbulento pasado esta ciudad amurallada llegó a ser uno de los puntos más
importantes entre cruces de caminos. Dubrovnik ha sido objeto de deseo de
grandes civilizaciones e imperios. Todos lucharon por dominarla, pero la pequeña
República de Dubrovnik resistió y consiguió mantener su independencia, como un
homenaje a la libertad.
Un paseo por las murallas
Quizá porque tuvo que defenderse de tanto ataque codicioso, la imagen
emblemática del perfil de Dubrovnik es su muralla, que protege la ciudad a lo largo de 1.940 metros. Así pues, en tu
visita a la perla del Adriático es imprescindible un paseo por ella (la entrada
es de pago), así como imprescindible es llevar crema solar y una gorra.
Desde la muralla podrás admirar el ajetreo de la calle Stradun, que comunica las dos puertas de la ciudad, el
claustro del monasterio franciscano o el golondrineo alrededor de la fuente que
da la bienvenida a los visitantes y era el símbolo de ostentación de la riqueza
de la ciudad. Pero, sin duda, lo más destacado del paseo es la vista del sus
tejados. El color de sus tejas
medievales es único en el mundo, tanto que fue imposible de reproducir a la
hora de sustituir los tejados dañados por los bombardeos. Notarás la diferencia
de color a simple vista.
Y para recuperarse de la caminata y el calor, podrás tomar un baño en alguna de las playas de roca que surgen
bajo la muralla.
Islas de otro tiempo
Eso sí, si buscas playas paradisíacas no las vas a encontrar en las
abarrotadas costas de Dubrovnik. Afortunadamente, ese paraíso está justo
delante: en algunas de las decenas de islas que serpentean su horizonte. Croacia tiene más de 1.110 islas, aunque
sólo 50 habitadas, y las aguas más límpidas del Mediterráneo. Precisamente
de la isla de Brac se extrae la piedra que imprime su sello de blancura a las
fachadas de Dubrovnik.
Existe la posibilidad de dar paseos
en velero por la costa de uno o varios días de duración, algunos con menú
incluido y visitas turísticas organizadas. Pero si prefieres ir por libre, lo mejor es decidirte por una isla y
tomar un barco en el puerto, lugar desde donde emprendió su viaje hacia Oriente
el vecino más famoso de Dubrovnik, Marco Polo.
Y si quieres descubrir Croacia...
Una experiencia totalmente recomendable es no quedarse sólo en Dubrovnik y
salir a explorar el país. Posiblemente la mejor opción es alquilar un coche o
una moto, o tomar un autobús, y recorrer la costa hacia el Norte donde podrás
visitar encantadoras ciudades como Split, Trogir y Zadar. Más al interior
no deberías perderte el espectáculo de la Naturaleza que ofrecen los Lagos
de Plivitce en uno de los múltiples parques naturales del país.
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